Final

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—Debo estar soñando... Creo que me volví loco... Ahora veo fantasmas. —Susurraba el azabache al observar a dicha persona que le daba la espalda, era un hombre de pantalones azules y una chaqueta de color celeste que estaba parado a lo lejos, pero Gon juraría que su cabello es blanco y su piel albina, dudando debido a la radiante luz del sol que no lo dejaba ver con claridad.

«Lo extraño demasiado... tanto como para alucinar que es el joven de ahí». Se lamentaba el pelinegro, pero su pobre corazón esperanzado le decía que debía acercarse, tan sólo para poder observarlo mejor y abandonar su intriga.

A paso lento se fue acercando a aquella silueta que estaba a varios metros de él, caminaba contra la ligera corriente de aire, que movía el césped sin cortar. Sus ligeros pasos no podían evitar provocar sonido alguno, sonido que llegó a oídos de la persona que se encontraba allí, haciendo que voltee y observe al de tez morena que se dirigía hacia a él.

—Gon.

El nombrado se detuvo en seco al ver el rostro que creyó jamás volver a ver, hubiera pensado que estaba loco si el albino no le hablaba. No estaba seguro de que fuera real, a lo mejor sólo era un sueño y despertaría en cualquier instante. Pero sea real o no a Gon poco le importaba: estaba viéndolo. Killua se encontraba ahí, con su mirada fija en él, esos ojos azules estaban abiertos y llenos de vida.

—Killua... —murmuró aún estupefacto —. Killua... —repitió con inseguridad, recibiendo una sonrisa del contrario, despertó de su asombro —. ¡Killua! —El joven omega no dudó en correr y saltar hacia el peliblanco, que de manera instantánea recibió al Freecss en sus brazos.

De tanta fuerza con la que se lanzó el más bajo, terminó tumbando al mayor, quedando ambos en el suelo. Gon lo comprobó: el aroma de ese alfa era el mismo, ese distintivo calor también. Si esto era un sueño, era el sueño más real que ha tenido en toda su vida.

Lloró, no sabía de dónde salían tantas lágrimas después de haber llorado tanto la muerte de su mejor amigo, pero de alguna manera las lágrimas aún fluían —. Killua... ¡Killua, dime que esto no es un sueño! ¡por favor, promételo! —rogaba el sollozante omega al alfa que tenía abrazado.

—No, Gon, esto no es un sueño —dijo el albino, aspirando el característico y agradable olor de su amado.

—E-estás vivo... pero, ¿cómo es esto posible?, ¿resucitaste? No... Eso es imposible... ¡Eres malvado, Killua! ¿¡Sabes el dolor que me causaste!? ¿¡Sabes acaso cuántas lágrimas que derramé por ti!? —exclamó, golpeando débilmente el pecho de quien se suponía estaba muerto, mojando con sus lágrimas la ropa que llevaba puesta —. ¡Tú! ¡Tú eres-! —Pero no pudo terminar, su alegría era mucho más grande que su enojo o resentimiento. El alfa que tanto amaba estaba vivo y junto a él. Simplemente volvió a hundir su rostro en el cuello ajeno para tratar de calmarse.

—Te voy a contar todo Gon, desde el accidente. —Le susurró el de ojos azules mientras acariciaba el cabello en puntas del chico junto a él.

Un auto estaba a unos metros de la carretera, con las ruedas mirando hacia arriba y humo saliendo de todas partes: un accidente.

Killua Zoldyck trataba de no cerrar sus ojos, pero fue imposible, quedó inconscientes segundos después, presentando golpes por todos lados; el cinturón de seguridad lo mantenía pegado al asiento.

—¡Auxilio! ¡Alguien llame a una ambulancia! ¡Hay alguien adentro! ¡Aún está vivo! —gritó un señor que se detuvo al ver el lujoso auto. Inmediatamente unas personas se acercaron y sacaron sus teléfonos, unos llamaban por ayuda y otros grababan el incidente.

Rápidamente los paramédicos bajaron del transporte y de manera profesional sacaron al joven con cuidado, había mucha gente alrededor y uno que otro periodista para informar del suceso en las noticias.

Me faltabas tú┃KillugonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora