Capítulo I

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4 años después...

Abril 2019, Londres.

                    Capítulo I        

—Es que no lo entiendo.

Genial. Yo tampoco lo hacía.

—¿Por qué te tienes que ir? ¿Por que de repente estás cambiando nuestros planes?

La voz de Tom retumbaba en la ya —casi— vacía habitación en donde pase mis últimos 2 años. No era nada especial, a decir verdad, pero me permitía la máxima comodidad que se podía tener para pagarlo solo gracias a las clases de piano que daba.

—¿Cómo lo haremos funcionar? —Mi novio seguía hablando mientras mis pensamientos estaban un poco dispersos por todo lo que estaba a punto de ocurrir.

Tom era un año mayor que yo. Nos conocimos apenas volví a Londres a terminar lo que quedaba de mi último año de secundaria en el instituto, pero nuestra relación no empezó hasta mucho tiempo después. Meses antes de que se fuera a ver universidades en otra ciudad, así que, desde entonces, tenemos dos años manteniendo una especie de relación a distancia.

—¿Estas escuchando lo que te digo?

—Si que lo hago —mi voz fue casi un murmullo, pero por la expresión en su cara y el suspiro que soltó supe que logró escucharlo. Le quité la mirada y seguí asegurándome de que las cajas con mis cosas estuvieran bien cerradas.

Ya habíamos tenido esta conversación desde hace casi un mes, cuando me enteré que debía volver a Farnworth.

Al principio pensé que era una invitación de mi padre, el cual se había comprometido meses atrás. Pero conforme fue avanzando la llamada supe que no lo era. Así que desde entonces tuve que decir un par de miles de mentiras a Tom... desde que iba por el compromiso de mi padre para ayudar a su futura esposa y conocerla hasta que solo estaría hasta la boda; la cual era en dos meses. Cuando en realidad, eso no lo sabía.

Ni dependía de mí.

—¿Y porque no te puedo acompañar hasta allá?

—Ya te lo dije Tom. Las cosas son distintas allá, no te van a gustar.

—Entonces quédate y solo ve a la boda.

—¿Cuál es la diferencia que me quede o me vaya? ¿No tienes que irte en unos días?

—Si, pero...

—No tiene ninguna diferencia, Tom. Llevamos mucho tiempo viéndonos solo un par de fines de semana al año, que yo cambié de sitio, no cambia mucho —mentí. Lo cambiaba todo.

Primera mentira del día.

Si mis palabras le molestaron, no lo demostró. Así que cuando procedió a cambiar la conversación supe que el tema, al menos por hoy, estaba cerrado.

—¿A qué hora viene Sylvia por ti? —sin poder evitarlo me tense.

—Pronto... creo.

Al enterarnos que debíamos volver al pueblo del que casi huimos, fue bastante incómodo. Tenía mucho tiempo sin verla. Desde que llegamos a Londres —o incluso, antes— eso que nos unía y nos hacía cómplices, se rompió.

Se rompió desde la noche en que nos enteramos que nuestra amiga, Amanda, se había suicidado.

Todo lo que vino después de eso fue bastante caótico. Las personas necesitaban una razón —o un culpable—. Así que debido a las constantes miradas recriminadoras entre los pasillos de clases, las preguntas y las señalaciones, sabíamos que no íbamos a poder tolerarlo. Para todos, nosotras no habíamos podido impedir la muerte de nuestra amiga y eso nos hacía culpables.

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2021 ⏰

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