Capítulo 1

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Me desperté en un sitio extraño, no sabía donde estaba, ni sabía que había pasado con mis 2 hermanas.

Desesperadamente busqué mi armadura, no la encontraba, cosa que me desesperó aún más.

-Vamos joder, ¿Dónde coño estás?- dije agitadamente.

Al final la vi, estaba en una oscura esquina de la habitación en la que me encontraba. Mi armadura estaba compuesta por una coraza y unas grebas de cobre teñidas de negro como el carbón con dibujos dorados, una túnica negra como las plumas de los cuervos con partes de oro, un casco de cobre negro con la cresta también negra como las sombras, un escudo con el emblema Espartano, una espada y una larga lanza de hierro.

-Joder ¿Y mi bolsa?- me pregunté con la armadura ya puesta.

-¿Te refieres a esta bolsa?- dijo alguien a mis espaldas.

Desenvainé rápido mi espada y me puse en guardia en caso de que esa persona me fuese a atacar.

-Tranquila, con lo que ha pasado no te conviene matar a nadie- dijo el joven.

El hombre tendría mi edad o si acaso un par de años más, su tono de piel era moreno, tenía el pelo castaño y los ojos verdes esmeralda, llevaba puesta una túnica marrón.

-Soy Juan Pablo ¿Y tú?- preguntó amablemente.

-Paula- dije sin fiarme.

Me dió la mano amablemente.

-Sígueme, vamos con el resto- 

Empezó a caminar delante de mi tranquilamente, muy lentamente como si no tuviese prisa por llegar.

-Y dime ¿de cuando eres?- preguntó mientras andaba.

No respondí, no sabía a que estaba jugando, pero desde luego no me gustaba un pelo.

-Yo soy del Antiguo Egipto, yo y mis 2 hermanos, junto mis padres que en paz descansen éramos esclavos-

-Yo soy de la Antigua Grecia, soy o era la hija del líder de Cefalonia, mis hermanas se metían en muchos líos-

Se paró de repente, me miró y sonrió.

-Si estás aquí debes tener poderes, todos los que estamos aquí los tenemos-

Sí que tenía poderes, yo podía hacer fuego con las manos, a mi me llamaron Hestia, me trataban como una Diosa, nadie pensaría que su Diosa tenía una vida normal, como un ciudadano Griego cualquiera.

-Puedo hacer fuego con mis manos, me llamaban Hestia- expliqué.

-Yo puedo  hacer crecer plantas, me llamaban Osiris- me dijo.

Se volvió a parar delante de una gran puerta de madera y cristal y arriba no se que ponía.

-¿Que pone ahí?- pregunté.

-Pone "Cafetería"- me dijo.

-¿Que es una cafetería?- volví a preguntar.

-Es un sitio donde la gente se sienta a comer y a beber a cambio de dinero- me explicó.

Por fin lo entendí, la "cafetería" era como las tabernas de mi época.

Entramos en la cafetería y me encontré a bastantes personas agrupadas en una misma mesa con distinta ropa

-PAULAAAAA- gritó Lenay desde el centro del grupo.

Lenay tenía el pelo blanco como la espuma de las olas y unos preciosos ojos rojos como el fuego, su poder era lanzar calor concentrado por los ojos capaz de derretir hasta la más duras de las lanzas. 

Desde el interior de las llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora