Neil se volvió a encontrar con sus amigos al día siguiente, para entonces el pueblo estaba hecho un embrollo. Los tres oficiales, las únicas autoridades presentes se la pasaban yendo de un lado a otro preguntándoles a las únicas personas que habían visto a Heather Conner después de que abandonara la escuela. Hubo pocos resultados ya que todos afirmaban haberla visto yéndose del establecimiento, quizás rumbo hacia su casa, pero ninguno pudo asegurar el destino de la niña. También habían interrogado a los demás niños incluyendo a Neil y apenas sabían que ella se había ido al sonar la campana.
Esto despertó un remordimiento en el pecho de Neil ya que, en un principio, había demostrado interés en pasar un rato con ella ese día pero tal afecto no fue suficiente y se dejó llevar por los deseos de sus amigos; la culpa lo tenía deprimido. Yacía en la entrada de su casa con sus amigos, sin poder salir lejos, sin desaparecer de la vista de su madre, sin poder hacer algo que aplacara aquella presión que sentía en los adentros de su corazón.
- ¿Neil...? – Preguntó Scott quien al ver que no había respuesta empezó a tirar de su ropa – Oye Neil...
- ¿Qué quieres? – preguntó Neil con la cara sumergida entre las rodillas.
- ¿Qué podemos hacer? No podemos salir a jugar, apenas no alejamos de la puerta y solo nos dejan salir de la casa porque saben que estamos contigo y que tu mamá nos cuida.
- ¿Y eso qué importa? – Contestó con desgana.
A donde sea que mirase la gente se veía atolondrada, algunos caminaban junto a los oficiales para cubrir terreno y otros se quedaban en las afueras de sus hogares o tiendas, reunidos en círculos pequeños, pequeñas muchedumbres donde la paranoia y el chisme eran intercambiados con euforia y ansia.
- Una cosa es segura – contaba Randy – si no te dejan salir pronto tu perro morirá de hambre.
- ¡Cielos es verdad! – exclamaba Scott.
- A propósito... - preguntaba Neil – No vi a tu perro cuando el sheriff nos trajo ¿Qué le pasó?
- Les dije que era obediente, antes de que llegara el sheriff oí a un auto acercarse y no quería que ninguno de nuestros padres viera a Murphy así que le dije que se escondiera atrás en la basura.
- Te digo que Murphy no es un nombre para un perro – se burló Randy.
- ¡Ya cállate Randy! – respondió Scott enojado.
- Y hablando de nuestro día de campo... - preguntaba Randy - ¿A ti que te pasó cuando te perdiste Neil? Cuando te vimos con el sheriff estabas hecho una sopa, por poco creí que mojarías tus pantalones en frente de nosotros.
- Yo... - Neil volvió a recordar a las voces que lo acosaban entre los árboles, voces invisibles que zumbaban hacía, y desde, sus oídos; de pronto su culpa se convirtió en un largo escalofrío.
Un hombre interrumpió la charla de los niños, surgió tan de repente que Scott se echó hacia atrás del susto. Su respiración era agitada, como si hubiese estado corriendo toda la mañana, su rostro denotaba un fuerte color rojizo y su cabello se mostraba tan húmedo y grasiento mientras el sudor goteaba desde su barbilla.
- Hola niños... - se presentaba el hombre quien parecía que luchaba por respirar mientras sostenía unos papeles entre los brazos – lamento molestarlos... ¿ustedes van a la escuela primaria no? Claro que si... digo... son pequeños y... bueno... emm... ¿No habrán visto a mi hija? – dicho eso tomó una hoja del montón que poseía y se las mostro a los niños. En ella mostraban un dibujo detallado de Heather y unos datos sobre su altura y edad más lo último que se sabía de ella.
- Lo siento – contestó Neil – no la hemos visto desde ayer.
- ¿Ayer? – El hombre comenzaba mostrarse nervioso - ¿A qué hora? ¿Vieron a dónde se fue?
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Las desapariciones de Merwood
TerrorEl pueblo de Merwood padecerá extraños sucesos que darán origen a uno de los misterios mas grandes jamas conocido.