Caricias sin prisa
Me despiertan tus manos posadas en mi espalda, deslizándose arriba y abajo, ellas me arrancan suspiros perezosos que se quedan prendidos en el aire, mientras esas caricias, sin prisa, denotan que nada es urgente fuera de esta habitación.
Aprecio de tus labios un ligero suspiro y sé, sin necesidad de mirarte, que para ti este instante también es único.
En la calle el día comienza a romper con delicadeza, e incita a la noche a un retiro instantáneo. Hoy es el día, ambos lo sabemos, aunque no queremos que suceda.
Las manecillas del reloj avanzan sin compasión al compás de tus manos, que en estos momentos ya han abandonado mi espalda sin piedad alguna, para poder instalarse en la hermosa y voluptuosa parte donde ella pierde su bello nombre.
Me excita, sobremanera, sentir tus caricias ahora más alteradas, envolviendo los redondos contornos. Se me hace que deseas grabar en tu mente cada milímetro de mi piel, asegurar un recuerdo que te acompañará en todos los meses venideros en los que ni mi piel te sentirá, ni tu cuerpo me poseerá.
Hoy tienes que partir, el cruel y juguetón destino ha decidido separarnos justo un catorce de febrero, mas separa quien puede y no quien quiere, y por mucho que esta guerra cruel te lleve de mi lado, yo te esperaré.
—Te quiero —susurraste ahogando tus lágrimas.
—Te quiero— respondí al soportar a duras penas, el nudo que se alojó en mi garganta.
Doce meses después vuelve a ser catorce de febrero y yo regreso a este andén. La impaciencia domina cada rincón de mi alma y los poros de mi piel se abren impacientes por recibirte. Hemos sido capaces de sobrevivir al destierro al que la distancia nos sucumbió, pero hoy, por fin, nuestros cuerpos se fundirán de nuevo en una desesperada contienda de caricias atolondradas, besos fluidos y latidos acompasados. Hoy por fin mis labios recibirán a los tuyos con el ansia de ser devorados por la impaciencia y a sabiendas de que estos meses, huérfanos de ti, fueron los más duros con diferencia.
Hoy de nuevo regresas a mí, para poder continuar esa historia de amor que la maldita guerra dejó dormida en un rincón.
©Chary Ca.
Gracias por darme la oportunidad de llenar un espacio de tu tiempo.