La noche era fría, ya era invierno, es más que evidente que hiciera frío, pero el frío era lo que menos me importaba en ese momento, caminaba sola entre la multitud, viendo a la gente riéndose, pasando un rato en familia, algunos felices por haber salido del trabajo y por fin irse a descansar y otro apenas yendo a trabajar. Sentía que me estaba ahogando, sentía que algo me estaba sofocando, junto con un nudo en la garganta y los ojos cristalinos, decidí correr a mi destino, al lugar donde se supone que debería sentirme segura.
Y aquí estoy de nuevo, llorando en una esquina de mi cuarto, recordando todo lo que dicen sobre mi, siempre criticándome, desde mi manera de pensar, hasta mi manera de vestir, nunca les he hecho nada para que me hagan esto, siempre se burlan de mi; incluso han llegado a golpearme, pero agradezco que no me dejaran en un mal estado.
Pero no puedo hacer nada, los profesores nunca hacen nada, se hacen de la vista gorda e incluso hay algunos que se unen a las burlas. Mis padres tampoco hacen nada, nunca están conmigo, siempre están trabajando y suelen ser cortantes conmigo, entiendo esa parte, son adultos, tienen cosas importantes que hacer, pero solo quisiera que pasen conmigo al menos un rato o que al menos me ayuden, pero por mas que les digo nunca hacen nada.
La mayoría del tiempo estoy sola, no tengo amigos, no suelo convivir con mucha facilidad, y no hablo con nadie, la música es lo único que me hace compañía, aunque bueno no puedo decir que estoy del todo sola.
Miro a la nada, recordando cada insulto, cada golpe, cada mirada de asco que me han dado y no puedo evitar llorar, decido levantarme e ir hacia el baño, me miro en el espejo y lo único que veo es una persona rota por dentro, mi mirada se dirige hacia uno de los cajones y dentro de él veo a mis únicas amigas. Paso la cuchilla por mi antebrazo haciendo un corte no tan profundo, pero lo suficiente para sangrar, veo gotas de sangre en el lavabo y no puedo evitar volver a llorar. Pero decido volver a la "comodidad" de mi cuarto.
Al llegar me derrumbo totalmente y comienzo a llorar en el suelo, ya no aguantaba mas, solo quería que el dolor desapareciera, ya no quería seguir en este mundo.
Un viento frío entro y me estremecí, de repente vi una figura iluminada por la luz de la luna que entraba por mi ventana, parecía ser la silueta de una persona, era alta, de complexión delgada, tenia el cabello en una cresta, sus brillantes ojos color avellana, los cuales resaltaban por la sombra de ojos color negro que llevaba,sus facciones eran tan delicadas, tenia la piel pálida y tersa, tenia un piercing en su ceja derecha y llevaba una vestimenta de estilo rockero. Era él, mi única compañía, mi único amigo, mi salvación, la persona que me daba ánimos y ganas de seguir viviendo, Bill.
Se acercó a mí con una mirada de preocupación, se arrodillo frente a mi y me abrazo, el mejor que nadie sabe que con un simple abrazo puedes consolar a alguien más que con mil palabras. Estuvimos así por un rato, lo único que interrumpía el silencio eran mis sollozos que poco a poco fueron cesando, el nunca me soltó, todo el tiempo me estuvo abrazando, se separó un poco para mirarme, yo tenía la cabeza gacha, no me gustaba que me vieran llorar y me daba aun mas vergüenza llorar frente a él, acunó mi cara en sus manos, pasó sus pulgares por mis mejillas y secó mis lágrimas con delicadeza, se sentó a mi lado, pasó su brazo por mis hombros, me acerco a él y por fin habló.
—¿Qué ocurre pequeña?, sabes que no me gusta verte llorar.—
—Lo se, perdón Bill, no era mi intención que me vieras así.—
—No tienes porque disculparte, llorar no es malo, si no todo lo contrario. Desahógate, sabes que yo no te voy a juzgar.—
Lo mire tiernamente, él sabía todo lo que me pasaba, siempre me desahogaba con él, nunca me juzgo, ni se burlo de mi, aunque le contara el problema más tonto, él solo se callaba y me abrazaba, como diciéndome que todo estaría bien, y sinceramente se lo agradezco a veces solo necesitas que alguien te diga ese "todo estará bien".
No le pude decir nada, inmediatamente volví a sentir ese nudo en la garganta, me miró y me sonrió, su sonrisa era perfecta, pero tenía algo de melancolía, pero de alguna manera me hacía sentir confianza. Trate de devolverle la sonrisa, pero creo que en vez de eso salió una mueca un poco extraña, no dijo nada y me apegó un poco más a él.
—Esta bien si no quieres hablar y no te forzare a sonreírme, sabes que no soy esa clase de personas y lo que quiero es que te sientas bien diciendo lo que sientes, no lo que quiero escuchar, no el típico "si estoy bien, no tengo nada tranquilo", y que me ocultes lo que realmente sientes. Tu sabrás cuando me quieras decir algo, pero me duele verte así, sé que ríes para matar tu dolor, sé que gritas en silencio todo lo que te molesta y te hace sentir mal, me duele ver que tus ojos ya no tienen el brillo de antes y ahora se ven cansados y llenos de dolor.— De sus ojos caían unas pocas lágrimas, se notaba que le dolía decirme todo esto, yo no podía ni siquiera mirarlo directamente a los ojos, a mi también me dolía verlo llorar por mi culpa y mis lagrimas no dejaban de caer. Se puso enfrente mio y me tomo de la barbilla obligándome a verlo—Se que tienes miedo y que sientes que no puedes respirar, solo quiero que sepas que yo siempre estaré ahí para ti, cuando sientas que el mundo corta tu alma en pedazos y empiezas a sangrar- dijo eso mirando los cortes de mi antebrazo aun con sangre- Quiero que recuerdes que no estás sola, yo siempre te voy a escuchar, se lo que es pasar por todo lo que tu estas pasando, se que se siente horrible y créeme que yo jamas te dejare sola, si tu lloras yo lloro, si quieres gritar, gritaré contigo, si tu sufres yo sufro y no me gusta verte triste, si te sientes mal, lo único que tiene hacer es acercarte a mi.—
Me quedé sin habla, muchas personas me decían algo similar, pero en sus ojos veía sinceridad, sus palabras me conmovieron, de nuestros ojos salían lágrimas sin cesar. Lo único que pude hacer fue abrazarlo con todas mis fuerzas, realmente lo quería, en ese momento me quedo mas que claro que con solo tenerlo a él en mi vida no necesitaba de nadie más, él fue único que realmente me dio ánimos y apoyo, el único que me conoce como realmente soy, el único que me prestó su hombro para llorar, fue el único que secó mis lágrimas, el único que estuvo a mi lado en toda situación, siempre le agradeceré a la vida por poner a Bill en mi camino.
En cualquier situación, sé que siempre puedo acercarme a él.....