La espina de la rosa I parte

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(Se ubica temporalmente en los primeros capítulos del anime)

SebasxCiel

Lemon

Shota


Londres, 1889.

Cerca de las diez treinta de la noche, una pareja de jóvenes caminaba por las abarrotadas calles de Londres después de lo que había sido una memorable cita. Joss Meller y Melyssa Carter eran una pareja adorable a los ojos de la sociedad inglesa. Cuando salían a pasear, siempre seguían el mismo recorrido devuelta a sus respectivas casas y quienes los conocían solían asomarse a la puerta de sus negocios para desearles lo mejor para el futuro. Era conocido que se casarían a finales del año.

Joss Meller había trabajado duro para comprarle a su prometida un anillo de compromiso de oro con una pequeña incrustación de diamante pese a que sus ingresos eran bastante limitados. La relación no empezó en serio para ambos hasta que no le dio el anillo. Él, por su parte, había sido serio desde el día en que la vio en el restaurante donde ella trabajaba como mesera. Alta y rubia, con un aura de inaccesibilidad que lo atrajo más que ninguna otra cosa en la vida, haciéndola irresistible. Jamás había deseado algo tan ardientemente como había deseado a Melyssa. Y él estaba acostumbrado a conseguir lo que quería. La había cortejado con empeño y sin descanso. Rosas, cenas, regalos y cumplidos. No regateó en esfuerzos para conseguir su objetivo. Y ella, aunque reacia al principio, se había dejado cortejar y guiar hasta el inicio de una relación que junto con la entrega del anillo se hizo más oficial. Ella pasó a convertirse en parte activa de la pareja. Respondía a sus abrazos con una intensidad nueva y él no se había sentido más feliz en toda su vida. Ahora se comportaba dulce, amable, y hasta le había hablado de cómo serían todos los niños que verían crecer a su alrededor.

Ese paseo nocturno había constituido el único momento de paz y tranquilidad del que disfrutaba la pareja, además de proporcionarles el ejercicio que tanto necesitaban después de una elegante cena con motivo del cumpleaños de Melyssa.

Después de platicar con un par de conocidos por el camino, Joss sacó su reloj de bolsillo y se dio cuenta que era cerca de medianoche. El tiempo había pasado demasiado rápido. La tranquilidad que reinaba ahora en la calle era un poco inquietante. Nadie más circulaba fuera. El único ruido que oía era el de sus propios pasos al caminar. Romántico, pensó Joss sin tomar en cuenta esos detalles. La luna se veía bellísima esa noche y las estrellas no hacían más que engrandecer esa misma belleza.

Para llegar a la casa de los padres de Melyssa, primero debían cruzar el Hyde Park desde la entrada Este a la Oeste, de modo que Joss tomó con firmeza la mano de su novia y la guió a un paseo por el parque bajo la luz de la luna antes de tener que despedirse de ella frente a la entrada de la casa de sus futuros suegros.

Era una noche fría y pese a estar bien abrigados sintieron frío al cruzar el gran portón de la entrada. Joss sabía que no tardarían en entrar en calor tan pronto como empezasen a caminar a buen paso y trató de distraer a su prometida con alguna conversación ocasional. Cuando avanzaron ya por la fuente de agua en el centro del parque, se detuvieron por un momento.

—Joss, ¿Me amas? —preguntó Melyssa de manera melosa, aferrándose al brazo de su prometido.

—Sí. —respondió él.

—¿Cuánto? —volvió a preguntar ella, mirando intensamente sus ojos marrones.

Joss soltó una risita arrogante. Dudaba que el amor que le profesaba pudiera ser medido y resumido en una cantidad.

El mayordomo y la espina de la rosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora