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Hoy era el gran día en que Carla iría a recoger la muñeca en la que Kanato llevaba trabajando durante estas últimas semanas.

Kanato estaba algo celoso, sabía que era solamente una muñeca, pero era prácticamente idéntico al que era ya su novio, y sólo pensar que podría usarlo para cosas indecentes no era muy agradable.

Soltó un pesado suspiro al ver a Haru un tanto nervioso y deprimido. No entendía el porqué estaba así, ayer estaba feliz y dando vueltas de un lugar a otro.

—Cariño, ¿porqué estás triste?, ¿un mal sueño?, ¿recordaste algo triste? —preguntó Kanato mientras acariciaba las suaves mejillas de Haru.

—No, nada de eso. —respondió abrazándose de él.

Kanato lo miró aún no muy convencido, soltó un suspiro y juntó sus labios con los del menor en un beso.

—Lamento mucho interrumpir  este momento tan... —lo pensó unas milésimas de segundos—... hermoso y puro.

—Señor Carla. —saludó Kanato, girándose a ver a su cliente, Carla estaba vestido algo gótico y elegante—. Qué agradable tenerlo aquí.

—Teníamos una fecha acordada, y esta es hoy, —sonrió levemente—, ¿acaso necesita más tiempo?

—No lo necesito, su muñeco está terminado desde hace días. —sonrió también Kanato.

—Ya veo. —asintió con la cabeza no muy convencido—. ¿Podría traerlo ahora? —preguntó, aunque más cómo una pregunta, pareció una orden.

Kanato no se negó, y llevó la enorme caja en la que estaba guardado.

—Hermoso. —comentó Carla abriendo la caja y sacando la muñeca que había sido fabricada de la manera más delicada posible.

Carla lo miró durante segundos inspeccionando que todo estuviera perfectamente fabricado y sobre todo parecido a Haru, incluso lo olfateó dándose cuenta que la ropa que llevaba tenía algo de parecido al olor del menor.

La sonrisa del comprador se borró al colocar su oreja sobre el pecho de la muñeca.

—Algo anda mal —comentó y Kanato miró confundido a todos lados.

—¿Qu-é está m-mal? —preguntó mirando a la muñeca y después a Haru.

¡Todo parecía ser perfecto!

—Te dije que algo le iba a faltar. —Comentó Haru en un pequeño susurro.

—Pero..

—Oh, mi querido creador de muñecas, yo pedí algo real, físicamente son iguales, pero le hace falta algo puro, algo de lo que tú eres dueño desde hace días~ —explicó Carla, mirando a ambos con una sonrisa algo burlona y caminando de un lado a otro.

—No entiendo que...

—Kanato, —Habló Haru—, no es difícil de entender a que se refiere. —comentó mientras ponía ambas manos en su propio pecho, exactamente donde se encontraba su corazón.

—Eso es absurdo. —respondió Kanato mientras negaba con la cabeza—. Es una simple pieza de porcelana, ¿para qué necesitaría un corazón?

—Probablemente parezca absurdo, pero necesito el corazón del pequeño Haru-chii para crear vida, ¿qué persona no tiene corazón? —comentó con una sonrisa—. Pensé que usted llegaba a lo último sólo para complacer al cliente. Veo que mi idea era errónea.

—Jamás he dejado un proyecto sin terminar, y está no será la excepción.

—Ka-kanato... ¿tú va-s....? —sollozó Haru mientras miraba el piso.

—Cariño, yo...

—Hazlo. —interrumpió—. Sabía que esto iba a pasar desde que llegué aquí. —Soltó un suspiro que terminó por liberar sus lágrimas—. Quiero que sepas que estoy profundamente agradecido p-por hacerme sentir... Vivo por primera vez en toda mi vida. —Sonrió levemente—. Y estaré así en tus recuerdos, porque no... no vas a olvidarme, ¿verdad? —preguntó mirando directamente los ojos de Kanato.

Kanato negó con la cabeza, dejando un dulce beso en su frente.

—Es una hermosa escena romántica, pero tengo muchísimas cosas que hacer, ¿se puede dar prisa? —preguntó Carla con voz aburrida.

Kanato asintió y Carla le entregó una hermosa daga, que parecía ser bastante costosa, podría jurar que ese color dorado era por estar bañada en oro.

Kanato la tomó y suspiró pensando bien lo que debía hacer.

—Te amo, Haru.

—Gracias por estos días, Kanato. —sonrió Haru, apretando fuertemente los ojos.

Esperando el pinchazo de la daga, perforar su corazón.

Doll [Adaptación] [KanatoxOc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora