Ya lo tengo todo listo.
Miro con nostalgia lo que fue durante 19 años mi refugio, lo echaré mucho de menos.
Bajo hasta la entrada quejándome por el peso de mi última maleta. No me puedo creer que ayer me estuviera levantando como todos los días para desayunar en mi cocina y hoy me esté marchando de aquí para siempre.
Miro hacia las escaleras y me viene un recuerdo en el que Iván y yo bajábamos las escaleras corriendo para abrir los regalos de navidad, de como me empujaba para ir el antes y como acabé rodando las escaleras y haciéndome una gran herida en mi rodilla, me acuerdo de como Iván se puso a llorar por lo mal que se sentía y me quiso dar todos sus regalos de navidad para compensarlo.
Siempre ha tenido un corazón tan puro.
Cuando me doy cuenta, noto una lágrima caer por mi mejilla.
Le echo tanto de menos.
Salgo triste por la puerta y veo a mi madre.
Está apoyada en el coche mientras habla alegremente con los vecinos.
Siempre nos han tratado de maravilla, como si fuéramos de la familia.
Veo como la señora Saiz se acerca llorando a mi.
-Abril cariño cuídate mucho -dice mientras me abraza muy fuerte- eres una jovencita muy fuerte y noble, estoy segura de que vayas donde vayas, conseguirás todo lo que te propongas y mucho más.
-Muchas gracias -la digo sonriendo tristemente- la llamaré de vez en cuando para contarla como me va.
La señora Saiz, o Ángela, no tiene ni nietos, ni hijos, ni más familia que el señor Saiz, también llamado Héctor.
-Por favor, no hay nada que me hiciera más feliz, cuidaros mucho.
Cuando terminamos de despedirnos, subo mi última maleta a la furgoneta de mamá, echo un último vistazo a la que ya no es mi casa y me subo rumbo a Santander.
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El viaje se me ha pasado volando. Debe de ser porque de 5 horas que tardamos, 3 horas y media las he pasado dormida, pero lo agradezco.
-Bueno pues ya hemos llegado a nuestra nueva casa.
Justo en frente hay una casa preciosa, es bastante moderna, de color blanco y con bastantes cristaleras. Justo al lado, hay una casa gigante, preciosa, rodeada de árboles, parece sacada de una película. Mi madre se da cuenta de que me he quedado embobada mirando esa casa.
-No te emociones, la nuestra es la de al lado, esa es la casa de tu tía Claudia.
-Son increíbles las dos casas.
-Espera a verlas por dentro -sonríe pícaramente- te van a encantar.
-No lo dudo.
Nos bajamos del coche y voy a coger las maletas y cajas que hay en la parte trasera de la furgoneta.
-¿Dónde vas con tanta prisa? -pregunta mi madre mientras cierra la puerta que yo abrí para sacar las cosas- primero vamos a saludar a tus tíos y a tu prima, que mira el favor tan grande que nos están haciendo.
La portilla de la casa de cuento se abre de par en par, dejando ver un jardín inmenso con varios animales correteando por el, cuando os digo que parece sacada de un libro es porque así es. Un mastín gigante junto con un pequeño cachorro de dálmata vienen corriendo a darnos la bienvenida. Son adorables.
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4 inviernos.
Teen FictionDespués del asesinato de su hermano, Abril no ha vuelto a levantar cabeza. 7 meses después, con el corazón roto, deberá enfrentarse a una nueva vida, con el divorcio de sus padres de por medio y una mudanza a casa de su tía donde no conoce a nadie m...