NO PRENDAS LA LUZ

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Era una noche tranquila en los dormitorios de la universidad de Virginia, Estados Unidos, cuando una joven llegaba de una fiesta que terminó a las tres de la madrugada. Por cortesía, y gracias a que su compañera de cuarto era muy estudiosa a la vez de delicada en sus horas de sueño, dejó la luz apagada cuando se adentró en la estancia, se cambió de ropa y fue directo a la cama, con la esperanza de que en el examen del día siguiente no le fuera tan mal como esperaba.

Cuando la alarma de la joven sonó a las siete de la mañana y abrió sus ojos, un grito desgarrador salió de su boca cuando divisó lo que antes había sido el cuerpo de su amiga regado por toda la habitación en charcos enormes de sangre y viseras. Los brazos en un extremo del piso, las piernas en el escritorio, y el rostro desprendido del cráneo encima de la almohada ensangrentada hasta más no poder. El mórbido y horrido escenario quedó concluido cuando la joven se desmayó al leer unas palabras escritas en la puerta con la sangre de su amiga:

“¿NO TE ALEGRA NO HABER ENCENDIDO LA LUZ?»

HISTORIAS DE TERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora