NEKO

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Nombre: Ryuji Onegawa

Segundo año de preparatoria (17 años)

Leo

Grupo sanguíneo B

Altura: 1’81 cm

Apodo: El ogro Onegawa

Aficiones: leer yaoi[1] y ver yaoi, novelas BL[2]

Cierto, soy penoso. Y no, no soy homosexual. Desde que empecé a interesarme por las relaciones amorosas y el sexo, salí con varias chicas pero, aunque me gustaba como eran, poco después descubría que no éramos compatibles. Lo que ellas querían en la cama: ser abrazadas, ser tocadas, ser dominadas por completo y no hacer nada de nada. Lo que quería yo: a saber.

Sin embargo, un día me encontré un libro en el tren y comencé a leerlo. Era una novela ilustrada, yaoi (boys love). En un primer momento quise tirarla pero la curiosidad me pudo y no paré de leer. Llegué a casa y me encerré en mi habitación para seguir leyendo hasta que me la acabé.

Aquella noche soñé que era el protagonista, y descubrí que quería ser el chico pequeño, el sumiso. Así que supe que tenía que buscar hombres más altos que yo, a los que les gustara y… no funcionó. Descubrí que, para nada, me gustan los hombres. No era como en las novelas y mi cuerpo no lo sentía igual que estando con mujeres (o chicas).

Y ahora me encuentro solo y pensando en si alguna vez encontraré alguien compatible conmigo, que sepa hacerme lo que me gusta y no piense que soy raro… Será difícil, por no decir imposible. O al menos eso era lo que pensaba porque, por mi apariencia “ruda”, siempre había atraído a chicas con afición por la sumisión o por dejarse hacer directamente.

***

Ya habían acabado las clases y tenía muchas ganas de volver a casa para poder ver mi DVD de Junjou Romantica sin que me molestaran. Si me daba un poco de prisa, no tendría que esperar al siguiente tren. Lo único que quería era poder sumergirme en mis fantasías y olvidarme de que, de nuevo, tenía que comprarme unos pantalones más largos.

A la salida del instituto choqué con alguien pero seguí mi camino sin mirar ni cómo estaba. Estoy acostumbrado a que me digan que soy un ogro, un demonio o lo que sea. Es lo que tiene ser grande y estar frustrado en muchos sentidos. Supongo que tengo una especie de aura oscura alrededor que avisa a los demás de que no quiero ser molestado. Me pareció escuchar un breve chillido de chica, pero en mi mente solo podía pensar en Misaki, Usagi-san, Hiroki, Nowaki, Miyagi y Shinobu. ¡Y después me compraría Sekaiichi Hatsukoi!

Estábamos a principios de abril y ya hacía calor. Esquivaba al gentío como podía y, al fin, pude meterme en el tren de vuelta a casa. Me senté y me relajé con un sonoro suspiro antes de abrir mi bolsa y// «¡No está! ¡No está!», casi grité. El DVD había desaparecido del bolsillo exterior de mi maleta. «¡No puede ser! ¡No puede ser!», me repetía a mí mismo mientras recordaba perfectamente que lo había guardado ahí.

Salí del tren a los pocos minutos y, al llegar a casa, vacié por completo mi cartera para asegurarme de que no lo había guardado en ninguna otra parte. Pero ahí no había nada.

***

Al día siguiente, sintiéndome como un idiota, abrí mi casillero para intercambiar mis zapatos cuando vi una nota en él, doblada con sumo cuidado y con una pegatina de un corazón por cierre. «¿De verdad?», pensé; pero estaba seguro de que no podía ser una carta de amor. Mi reputación de ogro y las numerosas chicas que hablaban mal de mí ya se encargaban de ello. Me sonreí con lástima y la abrí de todas formas:

NEKO [RELATO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora