Miré mi telefono por cuarta vez en media hora, solo tenia ganas de cenar algo y cotillear tuenti toda la noche pero no paraban de llegar sms, se puso a vibrar como loco y supe qué, o contestaba, o no pararía.
- No tengo ninguna gana de salir -dije a modo de respuesta, antes de que mi amiga ni siquiera saludase- hoy es mal día, estoy hecha una mierda
- Venga Lucía -la voz de Leti sonaba suplicante- seré la única chica, estoy cansada de ir con los amigos de Gonzalo sola, es sábado noche y estás sin padres en casa, no vas a quedarte ahí.
- Efectivamente y no tengo un duro, he estado desde las 5 con estos y me he bebido los ultimos euros del mes, ¿para qué voy a ir a la fiesta de Aluche si no podemos ni emborracharnos?
- Estos nunca tienen dinero y siempre encuentran la manera, yo pondré lo tuyo. Dile a Patri que se venga también, así vamos las 3
Sabía que no se iba a dar por vencida y yo no tenía ganas ni de discutir el asunto, prefería salir de una vez a quedarme en casa recreandome en mi mierda.
- Ok, ok. A las 10 en la amistad, pero como sea un coñazo ¡nos volvemos!
Me despidió con un gracias y lo que yo sabía seria una sonrisa enorme de satisfacción en su cara. No me apetecía nada salir otra vez ese día, algo poco común en mi, que pasaba cada viernes y sabado bebiendo de botellón en botellón y siempre tenía planes, aunque fuese bajar y pasar la noche jugando al futbolin con los chicos. Pero era día 30 y si todo hubiese salido bien seria mi aniversario con Luis, me habia enganchado pero bien, y ahí estaba, después de muchos meses sin el pensando aún que algo podría arreglarse. ¡Ja! Lucía, la creyente de los milagros.
Cené un sándwich rápido mientras informaba a Patri del nuevo plan y fui a cambiarme sin muchas ganas. Me embutí en unos vaqueros ajustados y una camiseta azul con un buen escote, miré mi cara agotada en el espejo, un poco de raya de ojos, los grandes aros en las orejas y mis colgantes de oro al cuello, me peiné con una coleta alta, dejando mis rizos caer sobre la espalda, perfecto eso es todo lo que pensaba arreglarme. Pasé a por Patri por el Titos y nos encaminamos a calle de la amistad donde siempre quedaba el novio de mi amiga con sus colegas, curiosamente ese era el nombre de la calle, el centro de todas sus quedadas, "la amis".
Al llegar Leti nos saludó como quien recibe un salvavidas, realmente estaba aburrida de ir siempre con aquellos chicos que no tenían novia alguna ni otras amigas en su grupo. Gonzalo, su novio, estaba de pie a su lado, le sacaba al menos dos cabezas, eran la noche y el día, el alto, pelo castaño, silencioso y siempre en su mundo, Leti era más bien bajita muy rubia y con una sonrisa y una cara muy dicharacheras. Reconocí a los otros 3 chicos que esperaban alli, Angel, bajito y callado habia salido con una de mis amigas en el pasado y Luis con casi dos metros de altura me seguía causando ternura como el primer día que los conocí. Habían venido incluso a alguno de mis cumpleaños, siempre iban con Gonzalo y me caían bastante bien. El otro chico nos observaba sonriente, ya le había visto en otras ocasiones, una vez incluso hubiese jurado que me tiraba los trastos, pero el iba tan pedo que no sabia ni si me reconocería. Llevaba una gorra, "super útil para ser las 10 de la noche" pensé, tenía unos ojos color miel que estaban taladrandome en ese momento, supongo que su cerebro me habia reconocido pero no era capaz de recordar aquella vez que nos vimos y se me presentó como un caballero moderno, quitándose la gorra y dándole un trago enorme a una litrona.
- ¡Aquí está la colega! -vaya, pues sí que me recuerda, pensé- esta chica me cae bien, ya nos hemos visto otras veces ¿A qué si? me llamo Rubén, encantado.
Leti me miraba con cara de "no le hagas ni caso, no te arrepientas de haber venido, por favor" pero a mi me resultaba cómico y me sentí bien al ver que al menos me recordaba. Pusimos rumbo al metro, Rubén ya llevaba dos litronas en una bolsa verde, y Ángel lo que parecía una botella de Coca-Cola y un brick de vino. Estupenda noche, bebida de pobres.
No me malinterpreteis, soy la primera en ser pobre cual rata, vivíamos en Carabanchel, no en la moraleja. Pero desde que había cumplido los 18 aprendí a preparar "mezclas" y cada fin de semana nos emborrachabamos con el ron, vodka o whisky más barato del mercado, pero al menos sabian mejor que un calimocho calentorro. Además si contaba bien eramos 7, y si en Aluche nos esperaba alguno más, faltaba bebida o me sobraba gente, ya que me habían hecho salir de casa, lo mínimo era emborracharme hasta olvidar los ojos de mi ex.
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Antes de rendirnos
No Ficción¿Qué pasa cuándo dejas de pertenecerte a ti misma y pasas a ser de otro sin quererlo? Algunas veces el amor pone tu mundo patas arriba y te mete de lleno en una espiral de la que no sabes salir. Y el amor en mi caso, tiene nombre y apellidos.