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El suave sonido de las olas cubría la totalidad del entorno. Un sonido armonioso, que transmitía tranquilidad. Llegaba a los oídos, acompañado de una fresca brisa, húmeda y cálida. En esa playa virgen, rodeada por una enorme selva tropical de la cual salían graznidos de diferentes tonalidades y lucía plantas grandes y vistosas que desprendían colores tales que deleitaban la vista, se encontraba una persona. Era un joven de tez morena, con cabello largo y oscuro, de complexión delgada con brazos y piernas largos. En el cielo se notaba una puesta de sol. No había ninguna nube que obstruyera la vista, y cuando el chico abrió los ojos, no pudo más que encandilarse.

Posando sus manos sobre la arena blanca, intentó reclinarse. Se encontraba húmedo aún, debido al correr de las olas. Desnudo, y cubierto de arena hasta la espalda, se levantó, a la vez que se tocaba varias veces el cuerpo y el rostro, como comprobando si era verdad que estaba vivo. Fue directamente hasta el agua, para lavarse. Tambaleaba, pues le dolía enormemente la cabeza. Y mientras sentía al agua salada pasar por su cuerpo, intentaba responder siempre a la misma pregunta: «¿Quién soy?» La verdad era que no recordaba nada. No sabía cómo había llegado ahí, ni qué era lo que hacía ahí. Se talló con mayor fuerza el rostro, y aunque estaba por encima del nivel del mar, se sentía ahogado de dudas y preguntas sobre sí mismo cual náufrago, sin poder responder a ninguna de ellas, pues siempre que intentaba hacer memoria, le llegaban más y más cada vez, sumergiéndolo en el mismo océano.

El desconocido salió del agua y recorrió parte de la playa caminando por la arena. De vez en cuando se encontraba pequeñas caracolas, ramas que venían de la selva arrastradas por el viento, y algún que otro cangrejo. Intentaba aclarar su mente, pues se sentía bastante mareado con la situación en la que se encontraba. Miraba hacía todos lados, como buscando respuestas, y reconociendo el ambiente que lo rodeaba. ¿Qué debía hacer? Estaba ahi fuera, solo y sin algún recuerdo. Así pues, el desconocido se decidió por buscar un refugio y algo de comida. Caminó directo a la negrura de la selva, causada por el inmenso follaje, ofreciendo un panorama un tanto extraño: lianas y vástagos, arbustos y plantas florales, árboles de gran tamaño; todos ellos parecían estar en una constante lucha por ver quién era capaz de recibir más rayos de sol.

Por cada paso que daba, se adentraba no sólo en la jungla, oscura y misteriosa, sino que también iba de camino a una de las preguntas más importantes que jamás se hubiera hecho en su vida pasada, aunque él no lo supiera. ¿Quién eres en verdad? Amanecer desnudo en una playa desierta y sin memoria no es algo que suela pasar muy a menudo. El desconocido se miraba las manos, y las contemplaba. No creía que esas fueran las suyas, ni que el cuerpo entero le perteneciera, simplemente porque al tener la memoria vacía no se sentía identificado con nada ni con nadie. Era un fantasma, un ser sin alma, atrapado en aquél mundo extraño e inexplorado. ¿O quizás ya había estado ahí antes? También era posible. El desconocido siguió caminando hacia lo que él creía que era el centro de todo el terreno con la mirada perdida.

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⏰ Última actualización: May 23, 2015 ⏰

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