Momento de tranquilidad

5 2 0
                                    

Con aquél olor a humedad y césped tras la lluvia, pedaleaba con mirada firme al horizonte. Ni ella sabía de lo que huía y ni quería pensar en aquello, enderezó la espalda e inspiró con fuerza para disfrutar el solitario aire que le rodeaba.

Las frías colinas atraían todo tipos de colores, pero aquella tarde solo se dejaban ver verdes y grises. Posando el pié para frenar la bicicleta sonreía a la nada, le agradaba aquello que a los demás ponía triste.Como cada domingo se sentaba en una gran roca cruzada de piernas, con su libreta llenas de ideas y de espacios blancos por rellenar empezaba a dibujar y escribir todo lo que le pasaba por su enorme mente.

Enormes paisajes, extrañas bestias y lindos animalitos decoraban su mente plasmada en hojas. La tarde pasaba como un instante más para el universo pero para ella eran horas de paz, horas que podía dedicar a si misma y poder poner orden en el caos que la rodeaba.Estirando un poco las piernas se propuso volver al viejo pueblo, pero sin antes dejar una pequeña marca de identidad, cada tarde colocaba una piedra a pies de un gran árbol, un árbol solitario que reinaba en aquella colina.

Con un suspiro que decía más de lo que parecía pedaleó hacía las viejas casas de piedra iluminadas por chimeneas y velas, era como si el tiempo no pasase en aquel viejo pueblo.

-Elisabeth

querida ElisabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora