una noche

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Dime, señora vida.

¿Tanto se cree usted como para siempre venir pero irse sin previo aviso?

Y usted, señor nada.
¿Donde está? O mejor dicho;
¿Donde no está?

Y en el suelo de su habitación se encontraba Elizabeth, sentado al lado de su armario con una cuerda entra las manos.
Con una mano tiraba de ella, y con la otra la hacía vibrar con una melodía que desde fuera se escuchaba agradable pero desde su mente era un señuelo, una distracción para sus sentimientos que se avivaban en el interior de su pecho.

Añoraba lo que nunca conoció.
Quería amor, pero no el amor de una madre, ni el de un amigo.
Ella quería el amor que solo una persona en la vida sabe dar y muchas lo saben emular. Tal vez no lo quería, pero lo sentía y eso a ella le valía.

¿Le dirías a una paloma que deje de volar?

¿Le dirías a un pez que deje de nadar?

¿Le dirías a una persona que deje de soñar?

Somos máquinas de sueños y esperanzas,y su esperanza era ser esa persona especial como ella lo era para Elizabeth.
En esperanzas y sueños pensaba aquella chica sentada en aquella habitación, de aquél viejo pueblo, de aquellas tierras solitarias, de aquél país...

De aquél país donde la gente sueña más que habla.

-Elisabeth

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⏰ Última actualización: Jan 14, 2021 ⏰

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querida ElisabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora