VI

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Con un toque maternal, Celintha comenzó a sobarle su cabeza con delicadeza, como si Agasha fuese una niña y no una mujer de casi 30 años.

—¿El candente hombre alto de cabello azul natural? —refunfuñó bastante irritada, como con cualquier persona que poseyese ese tono de azul sin necesidad de tintes, como ella—. Sí, me pidió que no te dejase sola. Oye, ¿quién es? Nunca lo había visto y me asusté cuando te mencionó. Tuvo que enseñarme su identificación y llamar a tu padre para que yo le creyese —le susurró intrigada—. Me dijo que era tu primo... pero yo no les encuentro ningún parecido.

—Ya sabes que yo soy adoptada, Celintha —Agasha cerró los ojos, inhalando profundo—, él es el hijo del hermano gemelo de mi tutor.

—¡No! —gritó entre emocionada e impactada; tomó la mano izquierda de Agasha la cual se hallaba fuera de la cobija—, ya sabes que tu tutor... con todo el respeto, me parece un hombre muy atractivo.

—Sí... —por primera vez en la noche, sonrió muy poco—, por favor no busques convertirte en mi madrastra.

—¿Pero por qué nunca me dijiste que tenías un tío idéntico? —en sus ojos se notó la chispa de interés.

—Celintha —la llamó con seriedad.

—¡Perdón! Pero no puedes negarme que creciste en medio de un montón de hombres sexys.

Sonriendo sin ganas, Agasha sabía que ella era el único cactus en medio de un montón de flores exóticas. Su tutor, Luco, aunque era un inversionista divorciado de 52 años, pero poseía magníficos genes que le hacían aparentar tener menos edad. El rojo de su cabello era sólo comparable con el tono carmesí y sus ojos azules eran una maravilla. Ni siquiera se le notaban las pocas canas que ya comenzaban a aparecer; su hermano gemelo, Lugonis, era el mismo caso, aunque éste fuese dueño de un restaurante de cuatro estrellas en Francia.

Su hermanito, Pefko, quien visitaba a su mamá en Brasil durante las vacaciones de verano, había sacado tanto la belleza de su padre como muchos rasgos físicos de su madre, como, por ejemplo, el color del cabello y los ojos. El hecho de que él sea un chico castaño de ojos verdes, daba la ilusión de que él y Agasha eran hermanos ya que ella tenía esos mismos rasgos.

Agasha particularmente tenía una relación respetuosa con la exesposa de su tutor, de hecho, ellos terminaron en buenos términos y aunque no eran ni siquiera amigos, los dos podían estar juntos en una sola habitación con Pefko en los cumpleaños del chico. Debido a que la madre de Pefko tuvo dificultades con el parto, él había sido su único hijo, aunque ella ya se había vuelto a casar con un hombre brasileño de actitud alegre, quien no tenía problemas en ser una personalidad menor en la vida del chico.

Pefko le decía a menudo a Agasha que, aunque le entristecía un poco que sus padres no se amasen entre ellos, al menos agradecía que lo amasen mucho a él. A sus 16 años, en lugar de ser un adolescente problemático con desórdenes en su comportamiento y razonamiento, Pefko era un chico sencillo que le gustaba afrontar la vida con una sonrisa. Incluso ya tenía sus metas claras a futuro; planeaba ser piloto de aviones, cosa en la que sus padres estaban de acuerdo y le ofrecieron darle todo su apoyo. Pero, como un pequeño extra, Pefko también decía que algún día le gustaría visitar con sus amigos el parque Disneyland de Londres y estrechar la mano del ratón Mickey.

Su madre consentía mucho a Pefko cuando él iba a Brasil, y su padre le imponía mucha disciplina, pero le demostraba mucho afecto igual, estando en Grecia. Brandon, el esposo de la madre de Pefko, era como un amigo para el muchacho, y de a veces Agasha junto con Pefko y Brandon jugaban Minecraft en línea.

La vida de Agasha no había sido tan complicada fuera de todo lo antes mencionado, eso hasta que hace dos días, ella lo jodió todo.

—Ven cariño, arriba. Necesitas comer algo —sin pedirle opinión y siendo más terca que una mula, Celintha la obligó a levantarse de la cama, la sacó de la cobija y la hizo caminar con ella hacia la cocina, en la primera planta de la casa.

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