°•Debí ser yo•°

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La casa de té estaba en calma, como era usual. A veces era molesto, sobre todo para Morro. Sin duda era un desperdicio de sus habilidades.

-Iremos a entregar volantes, ¿No vienes? -le preguntó Jay.

Morro tuvo que reprimir su risa. Él y el resto de sus amigos se veían ridículos. No podía creer que hubiesen aceptado usar esos tontos sombreros de tetera. Su reacción hizo que Cole y Jay se sintieran incómodos. Zane no. Él parecía estar disfrutándolo. Morro levantó una mano e hizo un ademán de desinterés.

-Yo paso.

-¿Te quedarás aquí a esperar a que Lloyd regrese? -preguntó Zane.

Morro era propenso a no hacer nada, siempre que de verdad no hubiera algo de su interés que pudiese hacer. Ese siempre había sido un problema, incluso desde que Wu se los presentó, en el monasterio. A Zane siempre le había sorprendido que aquel rasgo negativo en él aún siguiera presente. Considerando que él llevaba entrenando con Wu desde su niñez, sin duda era peculiar.

Morro esbozó una media sonrisa y se inclinó hacia ellos, con cierta picardía.

-Es mejor que ir a avergonzarme en la ciudad con esos ridículos atuendos.

Jay lanzó un gruñido. Estaba por hacer un puchero, hasta que se distrajo al ver que Zane y Cole ya habían formado sus dragones elementales.

-Ya vámonos -ordenó Cole, desde lo alto.

Morro se quedó un momento para verlos partir. De no ser porque los había entretenido con sus quejas hacia el sensei, habrían salido al mismo tiempo que Lloyd lo había hecho. Se cruzó de brazos, con una mueca. Tenía años desde que ya había superado el asunto del ninja verde y realmente ya no se sentía celoso del rubio, al menos no por lo mismo que antes. Lo que envidiaba ya no era su poder, sino que aún tuviera misiones personales. La única que Morro tenía era barrer los pisos de Gran Sabiduría.

Lanzó un suspiro y decidió entrar al negocio de una vez por todas. Gracias a la falta de clientes, Morro se sintió en pleno derecho de sentarse en el mostrador, subir los pies en él y escuchar música tranquilamente. Tuvo el gusto de disfrutar dos canciones hasta que Nya llegó de la trastienda y lo descubrió holgazaneando. Le dirigió una mirada a Misako, que estaba a un lado de él retocándose el maquillaje, cuidando la caja registradora.

-¿Qué crees que estás haciendo? -masculló la chica, apartando las botas sucias de Morro del mostrador.

Morro se quitó uno de los audífonos, con desagardo.

-Nada -respondió, con ironía.

-¿Y no crees que deberías estar haciendo algo?

Morro miró al techo un segundo, fingiendo que lo estaba analizando.

-No -respondió finalmente, con su tono de ironía usual-, porque no hay nada que hacer.

Nya sacudió la cabeza. Siempre había sido así desde que lo conocía y aún la exasperaba. No entendía como ella, siendo menor que él, tenía un mayor sentido de responsabilidad con algunos temas.

-Deberías preocuparte más por lo que tu sensei quiere que hagas, que por lo que tu ego te pide -le dijo la chica, haciendo énfasis en sus palabras para conseguir una reacción en él.

Morro se quitó el audífono restante, se enderezó y la miró directamente. Esbozó una media sonrisa, una que era extraño verle a un héroe. Morro era esa clase de personas que consiguen crear malicia sin ser necesariamente "malas".

-Es curioso que me lo diga una antigua villana.

Misako levantó la vista de su espejo al escucharlo decir aquello. Él estaba sonriendo ante su broma, pero Nya claramente estaba ofendida.

What if...? [nínjαgσ|єspαñσl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora