Capítulo: Final.

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Todo ha terminado…

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Todo ha terminado….

Obito no podía recordar cuánto tiempo había estado en este lugar. De alguna manera se acostumbró a la oscuridad. Eso es hasta que, un pequeño destello de luz, comienza a brillar a la distancia.

No se mueve sabiendo lo que posiblemente podría significar la luz, ya está contento con el lugar donde se encuentra actualmente. Estar en el cielo o en el infierno, solo vagando por la oscuridad. Así es, se merece esto. Este es su castigo, no necesita demasiado...

Justo cuando pensaba que todo había terminado….

Manos fuertes lo jalan, jadea al saber quién es el perpetrador.

—¡¿Rin?! —exclama.

Rin le sonríe dulcemente, su cuerpo continúa tirando de él, sin darse por vencida a pesar de la desconsideración de Obito por no moverse.

—Tienes que levantarte y moverte —suplica, pero su voz no suena más decidida que cualquier otra cosa.

—¿Por qué? —pregunta, su voz tiembla. ¿Ella lo odia tanto como para no estar con él?

—Aún no es tu momento —Ella responde, una gran sonrisa aparece en su rostro cuando Obito se obliga a moverse.

Ni siquiera recuerda cuándo o dónde, pero ahora, volvió a cuando era un chuunin. Rin se aferra a sus manos, casi se siente real, Obito sonríe y disfruta de la pequeña intimidad.

—Rin yo-

—No lo hagas —Ella niega con la cabeza con desaprobación antes de fijar su mirada en él—. Todavía hay algunas personas que quieren estar contigo.

Obito entiende lo que está insinuando, siente que está siendo rechazado y su rostro lo muestra claramente.

—Pero yo- —Trata de protestar, sus manos agarradas con fuerza a las de ella, pero Rin se escapa.

Ella comienza a alejarse.

—No tienes que darte explicaciones, Obito. Entiendo. —Ella le sonríe y Obito pudo ver cuán dolorida y forzada es su sonrisa, como si solo estuviera tratando de ser fuerte por él—. Pero no creo que puedan —Luego comienza a escuchar voces, voces familiares que lo llaman.

Obito da un paso hacia donde están las voces.

—Cuídate —Dice Rin.

Antes de que pudiera dar otro paso, Obito camina hacia ella y le da el abrazo más fuerte, la oye gemir de dolor antes de que se convierta en risa. Podía sentir sus manos entrelazadas a su alrededor, devolviéndole el abrazo.

—Lo siento. Pero no creo que vuelva pronto.

—Entiendo, solo cuídate y cuida de Kakashi, ¿de acuerdo?

—Lo haré.

—Lo haré

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Mi único rayo de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora