Futuro

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Sentada en un columpio que se hallaba a la orilla de un lago, pensaba en mi futuro, al cual daría inicio una vez que descubriera quien se ocultaba en la sombras de mi habitación.

Ya mi mente había cambiado. Sentía tanto odio; solo quería descubrir quién era y ponerlo bajo tierra, sé que está mal, pero mi otra opción es conversar con mama, quizás me ayude, después de todo este tiempo he vivido bajo el mismo temor, creo que es hora de que se esfume.

Me quedo hipnotizada  viendo el cielo y le pregunto: ¿por qué no me das la fuerza necesaria para enfrentar toda esta mierda? Todo esto lleva años carcomiéndome  por dentro, y en lo único que me permito pensar  es en que esta noche acabare con esto, terminaré de una vez por todas con toda esta locura y  pondré mi futuro en marcha.

Camino a casa un poco cabizbaja. Sigo pensando en lo que me espera, solo quiero que todo salga bien. “Así será” Me aliento a mí misma, pero los nervios me atacan y me hacen pensar en miles de escenas en las que fracasaré. Si tan solo me hubiesen  regalo la cámara que con tanto ahínco pedí.  Por todo el largo camino, no puedo evitar preguntarme ¿Por qué me tuvo que tocar esta vida?

Sigo cavilando en quien podrá ser el individuo que se cuela por mi habitación y continúa haciéndome daño. Ha pasado tanto tiempo y aún no lo averiguo. ¿Cómo hace para entrar a casa sin ser visto y sin  que las alarmas no se activen? ¿Por dónde entra y cómo le hace?

Estoy frente a la puerta de mi casa, mi mano sobre la perilla, pero no la giro. Una pregunta se ha cruzado por mi mente: ¿Y si ya está dentro?
Mi rostro reflejó el terror y la angustian que se hospedaba en mi sistema. Estaba muy asustada, ¿quién de mi familia podría estar haciéndome daño todo este tiempo?

La tristeza me invadió cada recoveco de mi cuerpo.  Mis piernas temblaban tanto, que por un momento creí no sentirlas. Por una dolorosa fracción de segundo sentí mucha furia, ya que mis planes era ponerlo bajo tierra.

No sabía que estaba pasando, las  lágrimas empezaron  a deslizarse por mis mejillas, de repente caigo en cuenta de que estoy tumbada de rodilla en el suelo. No podía asimilar lo que había pasado por mi mente, y por sobre todo, no entendía  por qué  lloraba, si aún no sabía si era uno de mis seres queridos, quién me había atormentado por tantos años.

Al caer la noche decidí levantarme de la cama y esconderme en el clóset y esperar. Las horas pasaban como segundos, hasta que el momento llegó, la puerta de mi habitación se comenzó a abrir, yo solo observada por las rejillas de mi armario, estaba completamente atemorizada, temblaba de miedo, y la intriga de saber quién era causaba que el latir de mi corazón fuera nada acompasado. Por fin el momento llegaría sabría la verdad.

Cuando la puerta ya estaba medio abierta, mi padrastro estaba entrando y se dirigió a mi cama, al lado del que suelo dormir. Las lágrimas empezaron nuevamente a rodar por mi rostro, no lo podía creer, había sido mi padrastro todo este tiempo. Sentí como algo dentro de mí se quebró, se fraccionó en pequeños pedazos. 

Él ha estado abusando de mí. Me dio nauseas. Quería salir, quería abalanzarme sobre él y golpearlo, golpearlo hasta que dejara de respirar, pero solo me quedé allí,  sin mover un músculo, viendo cómo se marchaba al darse cuenta de que no me encontraba en mi cama esa noche.

Al día siguiente iba dispuesta a contarle todo a mamá, pero no pude, el miedo logró dominarme. Tenía miedo de que le creyera a su marido antes que a su hija.

Secreto de la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora