Sus piernas se mueven inquietas, como de costumbre. Sus delgados dedos golpean una y otra vez el mármol frío del banco en el que está sentada.
Tras varios segundos guarda sus manos en la chaqueta del chándal viejo que lleva puesto.
El rojo desgastado hace que sus pupilas amarillentas destaquen más.
Otros segundos más tarde, saca un coletero del bolsillo y empieza a recoger su cabello negro.
Los mechones se le van escapando debido a lo liso que es, y a su nerviosismo.Mueve su vista a una mochila pequeña que se encuentra junto a ella. En ella lleva dos camisetas más viejas que el chándal, una barrita energética y trece euros para pagar el billete de tren.
—Perdona, ¿tienes fuego?— Un joven de no más de veinte años, la mira, su rostro desgastado espera una respuesta. Lleva ropa casi tan vieja como ella.
—No.— Kara aparta la mirada e ignora al muchacho deseando que se marche y siga su camino y así continuar en su estado de paz interior.
—¿Eso del suelo es tuyo?— El chico apunta al sucio suelo de la estación y Kara inspecciona el area buscando a lo que se refería el chico.
—Oye, no se a que te refieres pero déjame en,— No completa la frase ya que cuando levanta la mirada el chico ha desaparecido, y la mochila también.
Rápidamente Kara gira su cabeza a ambos lados para descubrir al culpable huyendo hacia la derecha con su mochila en la espalda.
Sin dudarlo, ello corre tras el chico alcanzándolo poco a poco.
El andén se va acabando y cuando el ladrón llega a su final salta a las vías para continuar con su huida.—Joder.— Masculla Kara llena de rabia y sin pensarlo mucho sigue tras de él, no sin antes comprobar el panel donde indicaba que el próximo tren pasaría a las seis y media de la tarde, siete minutos para recuperar la mochila antes de ser aplastada.
La persecución continúa mientras el joven gira repetidamente su cabeza para comprobar que Kara sigue su mismo camino, incansable.
Porque si algo la caracterizaba era su obstinación y perseverancia por lo que ella deseaba.—Cuando te pille te vas a cagar, imbécil.— Gritó ella intentando que el fugitivo la escuchara y lo hizo, por eso aceleró su paso.
Llevaban más o menos tres minutos corriendo por la interminable vía del tren, la cual se empezaba a adentrar en un pequeño prado alejado de la ciudad de Marbella.
Sin embargo, Kara no perdía la esperanza en recuperar la bolsa la cual contenía cosas sin valor.
Dos minutos para el paso del tren que, sin duda perdería.Ella se frena en seco recuperando el aliento, mientras tanto, busca una roca por los alrededores.
La agarra haciendo un esfuerzo y la lanza, intentando darle al blanco. Falla.
Pero consigue que este se pare asustado por el misil.Sin esperárselo, Kara ve como el chico se para y apoya sus manos en su rodillas recuperando el aliento.
Ella también se para, unos metros los separan.—Joder, tía, ¿tú no te cansas?— Dice el chaval asombrado por el aguante de la joven.
Kara no responde. Lo mira sería y sin expresiones en la cara.
El chico vuelve a correr pero Kara escucha un ruido fuerte el cual el fugitivo no parece oír ya que continúa corriendo.Ella gira su cabeza y un gran foco de luz la deslumbra, la inercia hace que caiga hacia un lado de las vías donde el tren no llega a tocar.
El ladrón no tuvo la misma suerte.En cuanto el tren se aleja, la imagen que Kara contempla es aterradora pero, simplemente coge su mochila y escupe en los trozos de sangre desperdigados por las vías.
No hay ni un ápice de sorpresa o disgusto en ella, como si hubiese contemplado escenas más angustiosas.(...)
Tras una hora esperando al siguiente tren con destino a Madrid y con diez horas de viaje por delante, Kara se sienta en uno de los muchos asientos libres del tren y cierra los ojos.
Los abre pasados cinco segundos.
Abre el pequeño bolsillo de su mochila y saca un sobre rojo donde, con una caligrafía peculiar, está escrito su nombre."Kara Maxel"
Le parecía ajeno a ella, como si ese nombre no fuera suyo. Pero lo era, y aunque doliese todo el peso que ese nombre llevaba encima, debía cargar con él.
Volvió a abrir el sobre y lo releyó por quinta vez, buscando algo que le diese una pista.
"Kara Maxel, tenemos una misión para ti.
Si esta carta te ha llegado es porque solo nos quedas tú. Ven a Madrid en el tren de las seis y media. Te dejamos un poco de dinero para el billete. Una vez allí, te encontraremos."Con el sobre en sus magulladas manos, clava su mirada en la frase donde le pide que coja el tren de las seis y media. Primer fallo.
Kara se preguntaba por qué la había elegido a ella y para que. Había aceptado ir porque no le quedaba nada a lo que aferrarse, ni personas ni sentimientos.
Marbella le había traído muchos recuerdos duros y debía dejarlo todo allí, quizás no volvería nunca.
Las casi diez horas de trayecto en aquel incómodo asiento se le hicieron eternas y por ello cuando el conductor anunció la llegada a Madrid, se levantó del asiento de un salto.
Madrid estaba oscura y fría, como ella.
Eran las cinco y media de la mañana y no había ni un alma en aquella estación.
Quizás por el hecho de que había llegado una hora tarde.Kara esperó cuarenta y cinco minutos más, se le hicieron amenos ya que se los pasó durmiendo en un banco de la estación.
—¿Kara Maxel?— Una voz de hombre hace que esta se levante desubicada.
Debido al susto, Kara había sacado una pequeña navaja que llevaba consigo a todas partes y la había posicionado en el cuello del hombre desconocido.
—Tranquila, tranquila. ¿Eres tú?— El hombre intenta mostrarle calma y poco a poco hace que el brazo de la chica baje y esconda el arma.—Depende de quien me busque.
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INSENSITIVE
Mystery / Thriller[PRÓXIMAMENTE] -No me jodas Kara, ¡No puedes no sentir nada!- dijo llena de rabia al ver el rostro de su compañera sin ningún rastro de alguna buena emoción. -Ya es tarde, no puedes salvarme. ------------------------- Kara Maxel es una niña de 17 añ...