Prólogo

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Aquel sitio era frío y oscuro, acorde a Kara.
Las gotas de sudor que caían por su frente le helaban el cuerpo.
Trataba de ocultar su nerviosismo lo cual fue imposible teniendo en cuenta la situación en la que estaba.

—Kara, mátala ya.— La voz ruda de aquel hombre hace que Kara cayera presa de la presión y sus incontrolables nervios.
Todos aquellos sentimientos hacían que el revólver que sostenía no pudiera mantenerse estable ni con un objetivo fijo.

Ella, por el contrario, no tenía miedo.
Estaba plantada enfrente de Kara con una expresión de tranquilidad.
Ella esperaba que Kara recordara los momentos que habían compartido.
Pero ella olvidaba que Kara tenía un pasado que no podía olvidar y por esa razón, apretó el gatillo dejando aquel lugar en total silencio.

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