Prólogo

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Desde niño he sido muy relajado e indiferente con las personas que no me importaban, solía coleccionar estampitas de Batman en el recreo del colegio. Mientras mis amigos y compañeros jugaban al futbol o basquet, yo me sentaba en las solitarias bancas del jardincito de la virgen para observar mi colección. 

Cada vez que Sofía Monterus salía de las clases y me prestaba atención, mi colección quedaba en segundo plano, tenía ojos solo para ella y nada ni un hombre enmascarado me podía distraer, porque Sofía era la niña mas linda y buena del colegio, ninguna niña le igualaba en belleza, era super popular con todos y a donde fuera, sus ojitos azules, asi como los mios siempre me buscaban y achinaban con una bella sonrisa. 

Estaba enamorado, aunque claro no sabía como era ese sentimiento en realidad, solo era un niño. 

Mis compañeros y sus amigas nos molestaban diciendo que tarde o temprano ambos seríamos novios y aunque no me molestaba si incomodaba y por eso empecé a ser menos expresivo cuando estaba con ellos, pero por el contrario Sofía le encantaba que seamos el centro de atención.  

Todo esto terminó cuando llegó a finales de Agosto Ricci, Antonella Ricci. Una niña italiana que tuvo que verse en la obligación a migrar a Los Angeles por el trabajo de sus padres, su apariencia era todo lo opuesto a Sofía, sus cabellos eran castaños, casi del mismo tono que el ocaso, los de Sofía eran tan amarillos como el sol, en cuanto a sus ojos verdes daba una sensación de ser como los del gato del vecino Richard  y a diferencia de Sofía, ella era gorda. 

Los niños de nuestro colegio, pronto empezaron a molestarla con su peso, siempre correteaban al rededor de ella diciendo que se parecía a una morsa o un gata con treinta meses de embarazo y aunque ellos siempre la molestaban, Antonella nunca se defendía, miraba en silencio o se limpiaba las lagrimas dejando huellas de sus dedos en su piel con pecas super palida. 

Me empezó a dar mucha lastima y fue así como desafie a mis amigos y los empecé a retar para que dejaran de molestarla.  

Cuando Sofía comenzó a burlarse tambien, supe que el destino me había puesto dos caminos: -Ser amigo de Antonella y luchar contra todos y dejar a la niña mas linda del colegio por ella o...

- Empezar a burlarme de ella tambien y continuar mi No relación oficial con Sofía. 

Tras meditarlo mucho tome la primera opción y así fue como inició mi aventura al lado de mi mejor y unica amiga Antonella. 

Empezamos a crecer y a recorrer nuestro camino juntos, nuestros padres se hicieron amigos y años mas tarde cuando ingresamos al instituto celebraron nuestro noviazgo. Antonella logró subir tres kilos luego de la fiesta de promoción y debido a su peso parte de su visión empezó a fallar, era demasiado timida en el instituto y por eso cada vez que algunas chicas se acercaban a mi, ella se iba fingiendo que no había visto nada. 

Yo había prometido protegerla cuando eramos niños y eso hacía siempre, pero a pesar de demostrarle que era mi novia y la unica mujer en mi vida sus inseguridades crecían cada vez más, por eso al terminar el instituto, con tan solo 19 años nos casamos. 

Nuestros padres dijeron que estabamos locos, pero era la unica forma de hacer que Antonella no volviera a derramar una sola lagrima. Creía que eso era el amor, pero no estaba seguro. 

Al cabo de unos meses, mientras estabamos en los primeros meses de universidad, Antonella me dio la mejor noticia de mi vida, estaba embarazada.  Dimos la bienvenida al mundo a Valeska, mi hermosa niñita y al cabo de dos años a nuestro adorado Tayler, ellos eran todo lo que en mi vida había deseado. A los 22 años estaba liderando la empresa de mi padre, Antonella se mató cuidando a los niños y a mi al mismo tiempo para que podamos lograr todo ello, suspendió su carrera universitaria y me apoyó con la mia, estaba agradecido con ella por nunca descuidarme, pero por el contrario ella sí lo hizo. Con el embarazo de Valeska y mas con el de Tayler subió aún más de peso, su cuerpo era mas amobladito y vibraba con cada movimiento, pero aun así yo estaba para ella, sin verla derramar ni una lagrima de dolor y así era feliz. 

Tiempo despues, cuando acabé mis estudios y mi pequeña Valeska cumplia los cuatro años la volví a ver de nuevo, mi amor frustrado, Sofía. 

Se había vuelto más hermosa, su figura era exuberante y su belleza aumento con los años, no usaba lentes, su cuerpo era firme, no tenía estrías y lucía muy bien ese top pegado, se veía demasiado jovial y alegre, sin una marca de cansancio en sus ojos. Entonces noté que despertó en mí un sentimiento, algo que solo ella me causaba, totalmente diferente a como me sentía con Antonella y ese fue mi error, escuchar sus palabras. " Mi querido Dominik, el amor es totalmente opuesto a la lastima, el sentimiento que siempre te causó Antonella" Me propuso enseñarme lo equivocado que me encontraba, a darme un respiro del peso y actitud de Antonella, de sus inseguridades y sin caer en cuenta que yo ya tenía una familia caí. 

Caí en la seducción de Sofía. Fueron cuatro encuentros los que necesite para liberar mi mente y pensar en ¿Realmente nunca amé a Antonella? Dios siempre fue lastima y sé que ella lo sabía, por eso de sus inseguridades. 

Lo acepte medianamente, pero ocurró lo que yo no quería, Antonella se enteró y como todo hombre cobarde, le eché la culpa a ella. Ella gritó un " Me largo entonces" fue la primera vez que la ví con caracter y tal vez la ultima,  sentí una emoción muy fuerte, una que solo la había sentido caundo veía llorar a Antonella cuando la llamaban Morsa y quería gritarle que no se fuera, pero de mis labios solo salieron esas horribles palabras "Vete sin mis hijos".

Me maldije una y otra vez cuando encontré la casa vacía, sin sus ropas y con una carta de divorcio firmada. Su padre me golpeó hasta el cansancio y aún así no me dolía como lo hacía mi corazón. Mis hijos le lloraban a su madre todas las noches y yo no sabía que hacer, estaba desesperado, todo era doloroso. 

Tarde entendí que yo no sentía lastima por Antonella, la amé desde el primer momento aunque ella era gorda, siempre estuve con y para ella. 

Solo deseaba que el destino se encaprichara con nosotros otra vez, para volver a ver a mi gordita pecosa. 

Ella era Gorda...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora