CAPITULO 1: MADDOX

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La abuela siempre decía que los comienzos eran difíciles y supongo que tenía razón.

Para mi la ciudad de Nueva York era solo un sueño lejano, fotos de edificios en postales que coleccionaba en la pared de mi antigua habitación y esperanzas imposibles. O al menos eso eran antes, cuando me pasaba la mitad del día estudiando en casa y la otra mitad trabajando en la granja con la abuela. Es difícil soñar con cantar en Broadway cuando estas rodeada de estiércol ¿no?

Pero eso cambio rápidamente cuando una mañana encontré la abuela tirada en el suelo de la cocina, ella había sufrido problemas de corazón toda su vida y bueno... simplemente se fue.

Con poco mas de dieciséis años y sin ninguna familia cercana, no tenía muchas opciones, frente a las miradas y cuchicheos de todo el pueblo y de los adultos "cercanos" a mi familia, no se  tardo en decidir  llamar a los servicios sociales. 

Durante los siguientes seis meses me los pase dando vueltas por el sistema. De familia en familia, bajo el escrutinio constante de todas las personas que me rodeaban y de la sensación de perdida insuperable que me llevo a desarrollar una fuerte ansiedad social que a veces no me dejaba ni salir de casa pero entonces como respondiendo a mis silenciosas oraciones y plegarias apareció Nancy, mi asistenta social, siendo una mujer rubia y regordeta con una dulce sonrisa y ojos de un intenso azul así como una fuerte personalidad y autoestima que rivalizarían con la mismísima Madonna, se había convertido en lo mas parecido a una amiga para mi y que había conseguido devolverme parte de la que había sido mi personalidad excéntrica y vivaracha.

Después de mi ultima familia fallida, ella que nunca perdía la sonrisa, había rellenado miles de formularios y echo montones de visitas pero por fin alguien había decidido acogerme, la familia McArthur, una pareja de cuarentones emigrantes que ya habían acogido otros chicos antes y que sorprendentemente parecían querer acogerme a mi también,  la emoción era palpable en el ambiente cuando entre en el despacho de Nancy, ya le había explicado muchas veces que mi mayor sueño siempre había sido cantar en Broadway, y su sonrisa se hizo cada vez mas grande cuando me explico que mi nuevo "hogar" seria Nueva York. Con poco mas de dos cajas y las primeras esperanzas en mucho tiempo empezó mi nueva vida.

**************

Nancy enciende la radio de coche y una canción de los Pink Floyd empezó a sonar entrecortada. Hacia menos de una hora que habíamos llegado al estado de Nueva york, miro concentrada por la ventana intentando captar cada detalle en mi cabeza y memorizarlo. Por el rabillo del ojo veo a unas mujeres corriendo por la acera, a un señor paseando a su perro que para y comienza hablar con una anciana, girando en la esquina una pintoresca casa de un color rojo ladrillo con varios niños que paran de jugar y comienzan reírse y señalarme burlándose de mi cara espachurrada contra el cristal de la ventana, me giro avergonzada rehuyendo de sus miradas.

Cuanto más avanzamos, más me doy cuenta de todos grandes cambios que hay entre la periferia y el centro de la ciudad, las casas estaban mas pegadas las unas de las otras y los edificios se hacen mas grandes, las ancianas con extravagantes vestidos de colores que regaban sus cuidados jardines son sustituidas por hombres y mujeres vestidos con lujosos trajes, las calles tranquilas ahora están abarrotadas de gente que caminan a una gran velocidad algunos mirando sus móviles y otros arremolinaros en grupos centrados en diferentes esquinas desplegadas a lo largo de todas las avenidas, Nancy respira entrecortada, concentrada y rezando en silencio para no atropellar a nadie, frunce el ceño y señala a los coches que se meten en medio del camino sin dejarla pasar mientras yo me río de ella y intento contener toda la emoción que siento y no soltar ningún grito de emoción. Esto era la GRAN CIUDAD.

- ¿No te parece mágico?- Le pregunto a Nancy mientras miro con atención unos chicos sentados en el porche de un edificio leyendo y charlando entre ellos.

-¿Mágico?, Mas bien frustrante.- Varias personas empiezan a pitar detrás de nosotros y pequeña vena asoma por su frente.

Cuando por fin nos dejan pasar Nancy da un fuerte giro en u y conduce cada vez mas rápido,  pasamos por la misma calle una y otra vez en busca de aparcamiento pero no lo encontraba todavía me reí por dentro mientras ella maldecía cada vez que alguien se le adelantaba y le robaban el sitio. Finalmente encontramos un hueco entre dos grandes coches 4X4 y mientras cogía mi mochila Nancy agarra la caja, me agarra del brazo y empieza a esquivar gente desesperada por salir del bullicio de nuestro alrededor.

-No se como vas a adaptarte a este sitio si casi ni se puede caminar por la calle.- Un chico en monopatín contra contra nosotras.- Oye ten mas cuidado.- El chico siguió patinando sin hacernos caso.- Maleducado.- refunfuño.

Cruzamos la ajetreada avenida chocando con todas las personas que nos encontramos. Los edificios a mi alrededor eran enormes, estire mi cuello y aunque miraba hasta el cielo muchos  desparecían entre las nubes. Eran edificios lujosos y casi parecían inalcanzables cuando Nancy se paro frente a uno de ellos no me lo podía creer. En una nueva perspectiva no me molestaría empezar de nuevo aquí en mi cabeza se empiezan a formar miles de fantasías de mi nueva vida vestida con perlas caras y bebiendo champan en mi ático de lujo. 

Mire a mi alrededor.

Asegurado no hay ninguna vaca.

Ella se acerco a uno de los impecables conserjes con un traje de felpa rojo brillante y hombreras doradas, con su voz mas amable les pregunto:

-Perdone, ¿la casa de los señores McArthur?

Ambos conserjes se miraron mutuamente y soltaron una risita nerviosa. El señor hablo tan bajo que no lo pude oír. Nancy asentía enérgicamente y en cuestión de minutos volvió a agarrarme del brazo y llevarme al callejón entre el edificio y el que había a su lado. Mis fantasías se esfumaron mientras caminábamos por aquel estercolero, había un fuerte olor a mohosidad y putrefacción que provenía de la larga fila de bidones de basura que estaban abiertos,  muchos gatos jugaban entre las bolsas que sobresalían sacando todos los restos por los agujeros con sus garras. Al final del callejón había una vieja puerta de madera con la pintura descorchada donde en grandes letras mayúsculas se podía leer CONSERJE.

Nancy empezó a tocar en la puerta enérgicamente. Gire a mi alrededor en busca de una salida, pero no fui lo suficientemente rápida cuando una anciana de unos sesenta años abrió la puerta entrecortada dejándonos ver solos sus pantuflas de un azules y uno de sus ojos que nos miraba inquisidor, juzgándonos. Antes incluso de que Nancy pudiera abrir la boca. La señora nos cierra la puerta en la cara y desde dentro de la casa nos grita.

-¡No quiero nada! ¡Estoy muy satisfecha con mi aspiradora!

Le di una rápida mirada a Nancy.

¿Dónde me estas metiendo?

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2021 ⏰

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