Son casi las tres de la madrugada. Es una mala noche pero la razón por la que escribo no es otra que la felicidad, y la necesidad de dejar constancia de todo lo que me encantaría decirle a la gente de ti y que me guardo para no ser la enamoradita cursi y pesada.
Ellos, los que leen esto en tu lugar, ya saben de tu existencia, les hablé de ti en mis anteriores "cartas" ; el chico cuyo nombre empieza por la misma letra que el mío.
Tengo a Jengibre, el reno de peluche que m regalaste entre mis brazos, pero hoy es uno de esos días en los que mi cabeza va demasiado rápido y me está costando mucho dormir.
No es nada fuera de lo habitual ya lo sabes. Cuando llega el momento de descansar yo empiezo a escuchar voces en mi cabeza hablandome de cómo hacer ese trabajo de la uni, de cómo debo aparcar el coche cuando voy a la estación, de cual será mi próximo proyecto, de cosas sin sentido... Cada minuto que pasa se van descontrolando y acelerando más, hasta el punto de que se solapan entre ellas y empiezo a dejar de entender lo q m están diciendo. Cuando pasa eso tiendo a sacudir la cabeza un segundo, como si eso fuera a hacerles callar. Lo se lo se, no debería de ser tan difícil dejar la mente en blanco, pero lo es, más bien imposible. Intento centrarme en mi respiración pero es inútil poco a poco vuelvo a escuchar 100 pensamientos aleatorios todos almismo tiempo.
Y de repente calma, he decidido pensar en ti. Me estoy imaginando abrazada a ti, ya sabes lo que digo de tus brazos, son el sitio más cómodo y seguro del mundo. Estamos tumbados en un campo, la luz es amarilla, debe ser un amanecer o un atardecer, corre brisa pero no hace frío, tu me acaricias el pelo y los brazos y yo no puedo evitar sentirme en paz. Todas las voces se han callado, solo se oye una, narrando la escena de forma suave y pausada.
Cuando me doy cuenta no puedo evitar ponerme a pensar en lo que significa eso. Eres lo único capaz de relajarme, capaz de apaciguar todo aquello que me altera, porque contigo todo es bonito y tranquilo. Te quiero tanto, adoro tanto nuestros pequeños momentos; tumbarme encima de ti y que me acaricies la espalda, tus ganas de que te abrace por las mañanas porque cuando te despiertas tienes frío, dormir la siesta contigo o cocinar nuestras guarrerias.
Soy adicta a tu piel, a tus manos a tus abrazos y a esconderme en tu cuello. La forma en la que me miras, como si me hubiese acabado de caer del cielo, has logrado borrar todos mis complejos, todo aquello que odiaba de mí, ahora tu lo ves perfecto.
Soy 1000 millones de veces más feliz desde que estoy contigo, la vida se hace más fácil y ya no le tengo miedo a nada siempre que tu estés a mi lado.
A pesar de que empezamos con esta maravillosa historia solo dos meses antes de la pandèmia que será recordada en la historia y que estubimos los siguientes dos meses y medio viéndonos a través de una fría pantalla, nada ha podido con nosotros. Si hemos logrado superar eso ahora ya podemos con todo.
Es indescriptible todo lo que sentí cuando pude volver a verte, nunca se me olvidará ese día. Como entraste a ami habitación y como estubimos simplemente de pie abrazados durante casi 15 minutos, sin mover ni un músculo. No podía dejarte ir, tenía que asegurarme de que no era un sueño y que realmente estabas ahí de verdad.
Simplemente le doy gracias a las casualidades del destino que nos han llevado a conocernos. Tras casi un año contigo he olvidado todo aquello Que en el pasado pensé que siempre necesitaria y que me hacía tanto daño. Me muero de ganas por vivir todo lo que nos depara el futuro porqué créeme; se que aún nos quedan muchos momentos.