La feliz caída.

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Bueno, básicamente no me pude contener, y me gusta el drama así que mis disculpas por esto.

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Había una niña frente a él.

Cabello celeste, ojos de sol. Lo miraba con una solemnidad familiar, pero no era aquella que el conocía.

Sus colores eran otros, estaban mal. Sus ojos tenían una inocencia no concordante con quién él la equiparaba. No llevaba ese gorro rojo independentista.

Pero la paz.
La niña le trasmitía esa misma paz que él había encontrado en ella.

"Confederación ha muerto, y ha renacido en mí. Tal como su padre, mí abuelo y tal como los padres de este en aquél." La voz aniñada explico. "Tengo sus recuerdos, así como ella tenía los de su antecesor y él los propios, siendo yo solamente una reencarnación de estos. Se viene una guerra Imperio, esa que Confederación siempre te dijo que hicieras. Lo sabes y ella también lo sabía."

Si, lo sabía. Podía sentirlo, lo que su gente quería y quién iba a representarlos, no iban de la mano.

"No te preocupes, no duele. Simplemente, te quedas dormido y cuando abres los ojos ya no eres lo que eras. Tus colores, tus símbolos, tus ideologías, ya nada es lo mismo y a su vez nada a cambiado." Tomando la mano verde, se le acercó "Puedes imaginarte lo que está por venir, pero nunca será exactamente como lo pensaste."

En cuclillas, llevando sus manos a sus mejillas, le beso la frente.

"Obrigado por vir eh..."

"República Argentina, aunque sigo siendo Provincias Unidas del Río de la Plata  Confederación Argentina"

Sonrió al final.

"Hasta pronto"



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Habían pasado solamente 16 años, cuando volvió a escuchar de Argentina. Por lo visto la nación de 24 años, no era tan distinta de su predecesora con toda esa sangre aborigen que bañaba sus manos luego del acuerdo con el trasandino.



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En 1885 apareció nuevamente. Con 32 años, había superado incluso en altura a Confederación. Llevaba un traje con medallas y podía sentir que el acento ya no era el mismo. Palabras nuevas, italianas o alemanas, escapaban de sus labios con clara comodidad. Traía una tranquilidad en su rostro que contrastaba demasiado con el suyo.

"El momento está llegando, Ricorda lo que te había dicho?"

"Sim"

El movimiento lo hizo mirarla, caminaba firme tal y como ella alguna vez. Una rosa en la mano y la otra extendida.

"Rivales, no enemigos" Susurro aunque estuvieran solos en la oficina. Y tomando la rosa, afirmando su mano, le dio un leve beso en los labios.

"Rivais, não inimigos"

La albiceleste le rodo los ojos divertida, prometiéndole que si alguna vez la necesitaba allí estaría.

El solamente le sonrió.

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Frente a ella un niño.
Verde, azul y amarillo.
Orden y Progreso.

"Era hora eh..."
"República Federativa de Brasil"

La sonrisa era compartida al final.

La Alianza. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora