El Imperio Brasileño caminaba de un lado al otro frente al mapa mesopotámico que estaba extendido sobre la mesa. La confirmación de que un sector de la Banda Oriental se encontraba de su lado se escurría de sus manos a cada minuto que pasaba.
Sabía del poderío guaranitico y la amenaza que esté implicaba a futuro. Eran poderosos y el poder nunca se subestimaba. Necesitaba un seguro.En ese momento, uno de sus generales entro en la tienda de campaña en la que se encontraba. Detrás un soldado moreno e impecable caminaba con pasos firmes hasta pararse frente a él.
"Temos informações valiosas, meu senhor." Comento el general.
"Os paraguaios passarão por Corrientes para chegar ao Oriente. Eles não têm autorização dos argentinos." Aportó el soldado.
El Imperio podía sentir sus comisuras elevarse, el Paraguay acababa de hundirse solo. Era sabido el proteccionismo con respecto a la soberanía de tierras argentas por todas las naciones del sur, lo que los paraguayos harán era practicamente un suicidio extremadamente premeditado.
Inclinó la cabeza y se aseguró que ambos subordinados se retiraran antes de tomar el papel y la pluma.
Está guerra estaba ganada.
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Se encontraba sentado en lo más cercano que tendría a un trono por estás zonas. Su capa y corona estaban pesadas debido a la humedad, pero las necesitaba al momento de mostrarse diplomático.
A lo lejos podía observar el convoy de caballos y soldados que se acercaba desde el sur. A la cabeza un caballo blanco, montado por un uniformado de azul, con un gorro rojo extraño.
El sable sobresaliendo por la cintura le aseguraba el aura peligrosa del que siempre había escuchado. Se puso de pie para tratar de igualar la magnificencia ante él.El sol infernal parecía no afectarle cuando bajó con destreza admirable del caballo y se encamino hacia él.
Su mano derecha sobre el sable, la otra a un lado. Y dándole la espalda, resonó una fémina y autoritaria voz."Mis hermanos, monten los campamentos y descansen, porque hemos llegado a dónde tenemos que estar para nuevamente defender lo que es nuestro. Y preparaos para el mañana, en donde nuestras manos se llenarán nuevamente de sangre en nombre de nuestra más férrea creencia, la libertad"
Volteando para mirarlo a los ojos, se encontró con una mujer de ojos rojos sangre. Aquella que había vencido a España, Inglaterra y Francia. Quien había ayudado a sus países vecinos a la hora de romper las cadenas esclavistas europeas. Aquella que no le temia a los salvajes del sur o del norte, sino que los domaba y los colocaba en su ejército. Era admirable, y ella le hizo notar; arqueando su ceja, que lo estuvo haciendo durante algunos minutos.
"Bem-vinda, Confederación, ao meu acampamento" Hablo el brasileño mientras hacía una reverencia. Antes de ofrecer su brazo para dirigirse a su tienda, que fue totalmente ignorado mientras está se abría paso con las manos juntas hacia atrás.
Una vez dentro de la tienda, noto que dio un leve suspiro antes de retirar el gorro rojo que tenía en la cabeza, mostrando el cabello azul perfectamente atado en un rodete. Y dejando el gorro sobre la mesa, se inclinó sobre el mapa.
"A pesar de las circunstancias, es un placer conocerte e informarte que el gobierno que preside a la Banda Oriental se ha declinado por nuestro bando. Lo que me lleva a sacar ciertas conclusiones. La primera, que los motivos de está guerra han pasado a segundo plano si vos y los orientales toman el mismo lado" Comenzó, sin perderse el voceo cercano en su oración. Y acercándose nuevamente hacía él, noto la rosa que se encontraba en su cabello, antes opacada por el gorro.
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La Alianza. (+18)
RandomEl Imperio del Brasil necesitaba afirmar su poder sobre Su provincia Cisplastina ante la amenaza de la ayuda Paraguaya a esta. Necesitaba aliados y pronto. ¿Quién más que la otra amenaza en el sur, justo cuando tenía información que podría afectarl...