Capitulo 7

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Todos estábamos esperando ansiosos el sábado, porque mi madre ya había anunciado que ese día volveríamos a jugar al Strip Póker. Charlando con mi hermana llegamos a la conclusión de que este peculiar juego se estaba convirtiendo en una tradición familiar y que, probablemente, había llegado para quedarse. A menos que causara problemas…

De momento no teníamos que lamentar ningún problema grande. El enojo de Mayra porque la tratamos como a una niña indefensa ya se había difuminado. Mi relación con ella dio muchos pasos hacia la confianza más absoluta.

La mañana del sábado las dos estuvimos conversando, acostadas desnudas en mi cama. Mayra tenía los dedos más inquietos de lo habitual. Se puso a jugar con mis pezones, acariciándolos y pellizcándolos, y cuando ésto la aburrió, bajó hasta mi concha y comenzó a masturbarme lentamente; porque no puedo describir de otra manera lo que hizo. Por supuesto, a mí se me subió la temperatura.

—Nadia ¿te puedo pedir un favor? —Me preguntó, mientras sus dedos recorrían mi húmeda concha.

—¿De qué se trata?

—No sé si te va a gustar…

—Vos decime qué es y yo te respondo si puedo ayudarte o no.

—Emm… me gustaría hacer una pequeña prueba… ¿te puedo chupar la concha un ratito?

Me quedé pasmada ante ese comentario. A ver, el temita de chupar conchas en la casa no era algo nuevo, ya había pasado. Incluso Mayra le comió la concha a su propia madre. Pero todo había sido dentro del contexto de un juego. Nunca por una petición formal. Me sentí incómoda y sin pensarlo mucho dije:

—No, Mayra. Sos mi hermana. No podemos andar haciendo esas cosas…

—Pero…

—Sí, ya sé qué vas a decir. Aunque deberías tener en mente que todo eso pasó porque era parte de un juego. No creo que debiéramos hacerlo fuera de ese contexto. Sería raro.

—Oh… está bien.

Noté que hacía pucheritos, se me encogió el corazón. La pobrecita parecía al borde de las lágrimas.

—No te pongas mal, nena. Además, ¿quién sabe si esta noche no tenés que hacer un desafío similar a lo que me pediste? Si eso pasa, no me voy a negar.

Ella volvió a sonreír.

—Está bien. Veremos qué pasa esta noche.

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Para aligerar el juego, porque todos ya lo conocíamos bien, decidimos comenzar desnudos. Al fin y al cabo ya no tenía gracia desnudarnos lentamente frente a nuestra familia. Nos habíamos visto sin ropa en la suficiente cantidad de oportunidades como para que esa parte del juego dejara de ser interesante.

Había alcohol de por medio, como en las ocasiones anteriores, y al empezar con la vara tan alta desde el comienzo, sentí un morboso revoltijo interno, sabiendo que esto se podría llegar a descontrolar. No quería que eso ocurriera; pero… había una parte de mí que deseaba saber qué tan lejos seríamos capaces de llegar.

Mientras preparábamos todo para el juego, noté que mi tío Alberto andaba más cariñoso de lo habitual. Ya estábamos completamente desnudos y cuando me acompañó a la cocina, a buscar vino y gaseosas, no perdió la oportunidad de abrazarme por detrás. Se aferró a mis grandes tetas y sentí la punta de su pija erecta en la entrada de mi concha.

—Sos idéntica a tu mamá cuando tenía tu edad.

—¿Ah sí? ¿Y a tu hermana también la abrazabas así? —Pregunté, meneando un poco la cola.

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