Lee DongHae

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Capítulo 1

- Uno, dos, tres... - siempre que caminaba a casa me resultaba interesante contar las rayas que se encontraban en el pavimento, 786 para ser exactos, mi casa estaba a una distancia media de la escuela, podía ir y venir caminando, o bien podía tomar el autobús, pero prefería salir antes de casa y llegar después.
Siempre eh sido un cobarde y mi padre se ha encargado de recordármelo cada vez que yo lo olvido. Si mi padre tuviera la oportunidad de escoger un hijo, yo sería lo que no escogería. Un niño débil desde el nacimiento, aburrido y para colmo marica.

Amo los libros, amo leer y adentrarme en aquellos mundos llenos de aventuras, de las cuales soy parte sin salir de casa o ser dañado, leer es dejar tu vida por un instante, mi parte favorita. Nunca voy a fiestas, y tampoco eh salido con ninguna chica, a mis 17 años eh recibido algunos besos, le gusto a Choco, una pequeña pelirroja encantadora llena de energía que sale a recibirme todos los días. Cuando faltan ya 11 rayas puedo escuchar sus tiernos ladridos y unas pequeñas uñas rasguñar el suelo a toda velocidad hacia mí.

- Ven aquí pequeña, ¿me extrañaste cierto? – y aquí viene, una vez más un ataque de babas y lengüetazos. – tu nombre te queda a la perfección, sé porque me das amor – la bajé, y saqué de mi mochila una barra de chocolate, eras para ella, la mujer más adicta al chocolate del mundo. Una vez escuché que el chocolate es malo para los perros, pero a ella no le pasa nada. Sin duda es mi super choco especial.

El señor Kim, su dueño y vecino, me contó que desde que era una bebé la mamá de Choco, le gustaba comer chocolate, que incluso corría detrás de su sobrino para quitárselo. Así que Choco heredo su adicción.

Me senté en el pasto fresco del patio delantero de Choco, crucé los pies y pasé cerca de media hora jugando, hasta que escuché un grito de mi madre. Era la hora de la cena y mi papá odiaba esperar, siempre se moría de hambre, aunque solo comiera un par de bocados.

- DongHae entra a cenar y ya deja a esa perra

- Nos vemos amor mío, mañana tenemos una cita recuérdalo. – como si hubiese entendido, dio un fuerte ladrido como afirmación o tal vez despedida. A veces podía ver que sonreía, eso me consideraba un poco más loco que los demás, era tan genial ver sonreír a los perros y ni siquiera tenía que drogarme.

Entre a casa, todos estaban en la mesa, lo cual me puso algo incómodo, ¿porque había personas con miradas tan profundas y pesadas?, mi padre era uno de ellas.

- No eres lo suficientemente grande para estar jugando con cachorros? Deberías salir con chicas, jugar baloncesto como tu hermano o hacer algo que ensucien tus manos y quiebren tus uñas.

- ¡Basta! – un golpe en la mesa hizo que salpicaran los tazones de sopa que estaban ya servidos – ¿puedes dejar tus regaños estúpidos en tu oficina?

Mi padre se levantó de la mesa para sentirse superior en altura a mi madre

- Tu siempre has sido la causa de que él sea un marica – no era la primera vez que lo decía, pero cada vez que lo hacía era como si cristales se quebraran en mi pecho.

- No todos los hombres tienen que ser machos como tú, y acostarse con cualquier tipa que les abra las patas.

- ¿Vas a seguir con eso? Porque no dejas el maldito tema por la paz...

- ¿Por qué no dejas a "NUESTRO" hijo por la paz?

No me di cuenta cuando mi hermano se levantó de la mesa hasta que sentí su mano tomando la mía, dirigiéndome hasta mi cuarto. Un par de metro antes de llegar me detuve. Era estúpido porque tampoco me había dado cuenta que mis ojos se habían llenado de agua.

- ¿Hyung...? (hermano mayor)

Él también se detuvo, se giró a verme. Había rabia en su mirada, impotencia y algo de dolor.

- ¿Quieres jugar video juegos? – trato de ignorar los gritos de haya abajo, él, al igual que yo odiaba estos días.

- ¿Sabes porque mi papá me odia tanto? – fue inevitable cerrar el grifo, las tuberías estaban rotas, y las lágrimas no cedían por más que intentaba cerrarlas.

El me miraba con dolor, mi hermano siempre había cuidado de mí, desde que tengo memoria, él era el favorito de papá y nunca aprovecho esa ventaja para lastimarme, al contrario, buscaba momentos secretos para cuidarme y consolarme.

- No te odia, solo quiere verte diferente

- ¿Porque tengo que ser como él? ¿O como tú? – susurré entre lágrimas, coloqué ambas manos en mi boca para no chillar, para no emitir algún sonido, porque ni eso se me tenía permitido.

Los brazos de mi hermano me rodearon, fue en ese momento cuando no guardé ningún dolor, me derrumbé en sus brazos. No quise alzar la mirada, él tampoco me lo permitió, también estaba llorando.

- Te lo voy a contar todo, ¿está bien? – asentí sobre su pecho y ambos entramos a mi cuarto.

Nos sentamos en la cama, ya más calmados, mi hermano me contó todo, y entendí un poco el trato de papá hacía mí, entendí porque era diferente a mi hermano, y porque no sentía ninguna atracción hacia el amor o las relaciones sentimentales, entendí porque mamá me sobreprotegía y porque papá me odiaba.

Aquella noche después de estar en silencio recostado al lado de mi hermano, me quedé dormido y en susurro escuché la voz de mamá y Hyung. Mamá lloraba y se disculpaba. Era más fuerte el sueño que mis ganas por saber más cosas, por ahora eran suficientes, por ahora no quería saber más nada del pasado.

A la mañana siguiente intenté abrir los ojos, pero la luz del día me lastimaba, estaban más sensibles que otros días, lo asociaba a mi llanto antes de dormir. Entonces y aun con los ojos cerrados recordé aquel sueño, nunca antes le había dado importancia, pero hoy después de saber algunas cosas lo encontraba inquietante.

Era yo, y alguien más. Un chico a mi lado, ambos recostados en un parque, me podía ver sonreí en aquellos sueños, algunas veces en el parque, otras al borde de una azotea, incluso en una casa pequeña. No lo concia, porque nunca podía ver su rostro, cuando estaba a punto de girarse hacia mí, todo era borroso o era hora de despertar.

Él era delgado, un poco más alto que yo, con brazos fuertes y firmes, cintura pequeña y piernas largas. Sus dedos eran flacuchos, con algunos anillos. A como lo recordaba era un chico punk, lo contrario a mí. Su ropa siempre era oscura, y algo brillaba en su cuello. Había algo que no combinaba con el chico punk, siempre olía a fresa. – sonreí de sólo imaginarlo – 

 – sonreí de sólo imaginarlo – 

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Hola.

Querid@ lector, antes que todo, agradezco que le hayas dado un poco de tu tiempo a mi historia, ya que es algo que no te puedo regresar, deseo con todo mi corazón te haya gustado. También quiero pedirte un poco de paciencia y comprensión si no entiendes algo, algunas veces suelo jugar con enredos locos que al final tengan un motivo de existencia, prometo los disfrutarás. 
Nuevamente gracias y bienvenido. <3 

Polos Opuestos (Titulo temporal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora