- ... 4, 5, 6 oh! Shit – un fuerte sonido contra el piso de madera hizo que toda la clase volteáramos a ver qué había pasado. Aparte del fuerte golpe, nos sorprendió ver al profesor en el piso, todo mundo se quedo con los ojos abiertos y la mandíbula caída, entre 3 de mis compañeros lo ayudaron a sentarse. En su rostro se transmitía mucho dolor, la pequeña vena en su cien delataba que lo estaba pasando mal. Era doloroso y grave, y el lo sabía.
- Al parecer se había roto el tobillo, y con los antecedentes de lesiones que tenía era necesaria una cirugía – nos informó la enfermera con algo de tristeza.
Entramos a la enfermería y ahí estaba recostado en una de las camillas, con una sonrisa como siempre, pero ésta ves un poco más falsa que algunas otras veces. Tobías era una persona que transmitía buenas vibras a todos a su alrededor, por eso me encantaba observarlo, me llevaba bien con él. Un jueves, después de terminar la clase de baile, me encontraba en el baño, y cuando estaba a punto de salir unas voces hicieron que me detuviera a abrir la puerta del cubículo del baño en el que me encontraba.
- ¿Has visto como lo mira?
- Claro, ese pequeño raro esta que se deshace por el maestro de baile.
- ¿Crees que haya algo entre ellos dos?
De inmediato fui consciente de que y quien se trataba. En ese justo momento no supe reconocer lo que había en mi pecho, no supe si era tristeza o miedo, tal vez un poco de coraje, pero no tenía el suficiente valor para salir y enfrentarlos. Detener lo que estaban diciendo de Tobías y de mí.
- Por supuesto. El maestro siempre le da un trato especial....
- ¿Qué hacen aquí chicos? ¿No deberían estar repasando su coreografía? – La vos del profesor me hizo salir de mis pensamientos, bajé la cabeza, sentía pena de verlo en esa camilla con el pie enyesado y no saltando de un lado a otro en el salón de baile.
Min y yo asentimos, pero no podíamos quedarnos así, en los pasillos de la escuela se escuchaban rumores. Se decía que el maestro de baile dejaría de dar clases, y regresaría a Dinamarca. Eso en verdad nos ponía tristes. Cuando ingrese a la escuela preparatoria estaba asustado y sólo, pero el maestro Tobías Ellehammer, un atractivo y simpático Danés me ayudo a encontrar coraje dentro de mí y plasmarlo en mi baile, él estaba asombrado en como mi personalidad tímida y reservada cambiaba cuando comenzaba a bailar. Era como si me transformara en alguien completamente opuesto a mí, en un principio incluso a mi me causaba miedo ese cambio, después con ayuda de Tobías empecé a comprender y procesar, a disfrutar la forma tan distinta y tan libre que me hacia sentir el baile. Así que la frustración de saber que se iría me hizo romper el silencio,
- ¿Es verdad que dejarás de dar clases? – Cuestione con voz tenue, con algo de tristeza en ella.
Sonrió como siempre, burlándose de mí. – Venga chicos, que también yo necesito algunas vacaciones.
- Pero no son vacaciones y lo sabes – Baje la mirada. Sabía cuánto significaba para él esa lesión. Estaba triste, lo sabía.
- Lo son, porque estaré en cama por mucho tiempo, me llevaran la comida hasta ahí y podré ver la tele. Esas son vacaciones, ¿no? – Con quien se suponía que estaba hablando, ¿Con un niño de kínder?, ahora me sentía tan molesto.
Un silencio se mantuvo en la enfermería por un par de segundos...
- ¿Volverás algún día?
- Claro que volveré Hae. Tengo que recuperarme y seguir bailando. Cuando esté mejor y mi novia me permita viajar, vendré a visitarlos y saldremos por unos tragos. – Asentí me di media vuelta y me fui.
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Polos Opuestos (Titulo temporal)
RomanceHabía escuchado aquella ley física que decía que "Los polos opuestos se atraen", nunca pensé que fuera tan real hasta que lo conocí. Si yo era agua él era fuego, si yo caminaba él corría. Éramos justo eso, la contra el uno del otro y mientras yo lo...