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▅▅▅▅ CAPITULO TRES ✶ 💎⠂❛ how does a lady..? ❜. · . · 🌺⋆࿐໋
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Esta autora, puede decirles con total seguridad, que sus ojos nunca mienten cuando ven algo maravilloso. Y a pesar de tenernos a todos sorprendidos el nuevo chisme de la temporada acerca del Duque de Hastings y la Srta. Bridgerton, no debemos dejar pasar el imán que tiene el zafiro de primavera; cuando se la encontrómuy confiada no con un señor Bridgerton si no con dos de ellos.
Esperemos que finalmente la Srta. Montgomery elija a su candidato con sabiduría para no volver a ser un segundo plato.
—Lady Whistledown.
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Mientras que Daphne tocaba una suave melodía en el piano, Anne jugaba tranquilamente al ajedrez con Gregory. Había sido invitada a la casa para tomar el té especialmente por la señora Bridgerton, de esa única manera su madre no pudo negarse.
—No todos estaban mirándonos —espetó Daphne.
—¡Un duque!—decía la viuda del vizconde con alegría.
Anne se preguntó si las madres tenían una caja en sus cabezas que funcionaban de la misma manera cuando sus hijas conseguían buenos candidatos o eran halagas. ¡Todas reaccionaban de la misma manera!
Cuando dos figuras ingresaron por la puerta, Anne se desconcertó de golpe u movió mal su alfil, dejando libre al rey. Mordió su carillo, sonriendole por educación a los caballeros, quienes realizaron una leve reverencia al verla, con sorpresa.
—Buenos días, Anne. —la saludó Benedict, pasando por su lado con una sonrisilla de lado. —No nos dijiste que habría visitas, madre.
Violet lució estupefacta unos instantes.
—Es Anne, hijo. Ella siempre está invitada cuando quiera. —La sonrisa que la vizcondesa le regaló le llenó el pecho de un extraño calor familiar.
—¡Jaque-mate!
Saltando de su asiento, el niño sonrió victorioso, lanzando una mirada triunfante a la mayor.
Anne sonrió, aceptando su derrota.
—Bien jugado, Gregory—lo felicitó, extendiendo su mano que fue rápidamente estrechada por el castaño—Me debes una revancha luego. ¿De acuerdo?
Gregory asintió.
—Cuando quieras.
Violet miró con suficiencia las reacciones de sus hijos mayores mientras ambos hombres miraban a su invitada jugar con los niños. Por algo todos decían que las madres son sabías. Conocen las reacciones de sus hijos con tanta claridad que descubrirían sus mentiras en menos de lo que canta un gallo. La señora Bridgerton ya tenía sus sospechas en la punta de la lengua. Pero se mantendría en silencio hasta que viera las cosas floreciendo.