IV

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Me gustaría decirles que desde hace dos día ignoro su presencia por los pasillos.

Es inevitable cuando ella me mira por largos periodos, ha causado choques en los pasillos con otros jóvenes. Uno que otro conflicto que he arreglado, su risa bajita me ha agitado el corazón.

No quiero buscarla, no quiero que piense que soy este típico de jóvenes que no se desengancha de una noche. No quiero que ella veo eso en mí, busco evitarla.

Ella no coopera, y su presencia hace que tiemble bajo su mirada.

Estoy con el director y ella está a un lado de mí. Su aroma me hipnotiza...

Habla sobre un discurso, al ser la alumna excelente se me da el privilegio y la profesora al ser querida por los estudiantes dará el cierre a la graduación.

Al regresar los pasillos en silencio, veía como los estudiantes encargados de la decoración para el baila corrían. Gritaban instrucciones y Camila les reprimía.

— Jauregui, sígueme. — Me mira, puedo rechazarla y ayudar a los demás con la decoración. Pero no, mi cuerpo no me permite hacer otra acción que seguirla.

Vamos a un salón vacío, soy la última entrar y ella cierra la puerta detrás de si.

Observó el lugar, veo sus cosas en el escritorio. Camino por el escritorio pasando mi mano por la mesa, agarrando una hoja en el acto, viendo su letra cursiva. Eran las nota de los otros años.

— ¿Alguien sabe de lo ocurrido? — Su voz cambia, está bajo. Puede que esté preocupada, debería ver sus facciones.

Giro mi cuerpo, aún con la hoja en la mano. Viendo las notas de esos pobres.

— No sé debe preocupar por mí, — Respondo con igual tono de voz. — Soy una persona correcta, no me importa estar en boca en boca de las personas. Si me preocupa que usted esté en ellas, bajaría su reputación y usted es una excelente profesora para cometer esa ridiculez de comentarlo por los pasillos. Con lo que digo, es para que esté tranquila y duerma bien por las noches. Sé que fui un error y no volverá a suceder.

— No fuiste un error. — Se precipita a decir, ahora mi atención está en ella. Deposito la hoja en su lugar y me quedo mirándola esperando a que continúe.
— Siempre quise esto, — Elevo una de mis cejas. — estar contigo. — me confiesa en un suspiro. — Me atraes, ¿Vale? Sé que no es correcto esto, pero no puedo evitar esta atracción, este gusto. ¿Quien no quedaría embobada mirándote a los ojos? Todo de ti llama la atención. — No sé porque sonrió al escucharle.

No sé porque me siento aliviada al escucharle decir que existe un gusto, una atracción hacia mi.

— Este sentimiento está desde hace mucho... Al saber que te vas a ir, y no volver a verte me da angustia... No me hace sentir bien. — Me voy acercando, sus ojos están opacos y su labio inferior tiembla. — Intenté evitarte estos días, hice lo posible. — Ahora ella se queda mirándome, yo cada vez estoy más cerca. Quiero protegerla y no verla así. No me siento bien, tengo una opresión en el pecho...

Aún no descubro que significa.

— Simplemente cuando me besaste supe que no había vuelta atrás. — Finaliza ella, mirando a otro lugar.

Sin preguntar, respondía la mitad de mis preguntas.

Toco su rostro con una mano, mis manos desean su contacto, mi pulgar se detiene en su labio inferior deteniendo el temblor.

Hago que me mire, mi pecho que por un momento estuvo oprimido por un dolor indescriptible ahora tengo la sensación de algo liberador, mágico podría decir.

¡Hey, profesora! (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora