Senkuu comenzó a acostumbrarse a las declaraciones constantes que llegaban por lo menos una vez al mes, al parecer a la mayoría le parecía jodidamente atractivo un cerebrito sin fuerza física obsesionado con la ciencia.
Y por cierto, también asexua...
–Senkuu, hay algo que debo confesarte –El joven de larga cabellera miraba con seguridad y determinación al más bajo frente a él.
–Se directo, debo conseguir flúor para crear una pasta dental, el otro día casi me desmayo al olfatear mi propio aliento –Se lamentó el peliblanco llevando ambas manos a su cadera mientras esperaba que su amigo hablara.
Tsukasa sonrió ante lo dicho, Senkuu siempre fue una persona descortez, directa y malvada, pero eso solo lo hacía desearlo más.
–Desde hace un tiempo, comencé a sentirme distinto a tu lado. Siento que lo nuestro va más hayá de una simple amistad, así que si tú me permiti...
–Sisi, yo también te quiero hermano, ¿Nos vas a ayudar con el flúor si o no? –Cuestionó, pues no le parecía una confesión muy importante el cariño que el de gran altura le tenía.
Observó extrañado la manera en la que Tsukasa salía llorando.
Los millenials siempre le parecieron muy sensibles.
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