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Narra Luisita

Me di la vuelta y vi a Amelia con su marido, la verdad es que era un chico impresionante, pero Amelia me había dejado petrificada. El vestido marcaba a la perfección todo su cuerpo y el maquillaje hacia resaltar sus ojos de una manera impresionante. Me disculpé con el director y me dirigí hacia ellos. Por cierto, mi proyecto del coro ya estaba aprobado.

- Hola Amelia — le dije dándole un abrazo.

- Hola Luisita, este es mi marido, Hugo. Hugo, esta es Luisita — hizo las presentaciones Amelia.

- Encantada Luisita — me dijo dándome un abrazo y podía notar su mirada en mí de una manera que no me gustaba.

- Encantada - contesté yo también.

- Cariño, voy a por una bebida. ¿Os traigo algo? — preguntó Hugo.

- Vino para mí — contestó Amelia.

- Para mí, lo mismo — dije yo y vi como él se iba hacia la barra.

- Dios Amelia, estás absolutamente impresionante — le dije sinceramente y vi cómo se sonrojaba.

- Tú tampoco estás nada mal Gómez, puedo notar la baba de los tíos caer cuando te miran — me respondió Amelia.

- Pero eso me da igual, la única baba que yo querría sería la tuya y supongo que si babeas no será por mí, sino por el Ken de esposo que tienes — dije con cara triste.

- Estás asumiendo demasiado —dijo ella mientras me miraba de arriba abajo.

- ¿Qué? — respondí yo sin salir de mi asombro.

- Nada — me dijo ella, estaba notando que últimamente Amelia empezaba a seguirme el rollo y contestarme más.

Llegó su marido con las copas en la mano y nos entregó una a cada una.

- Aquí tenéis preciosas — nos dijo — me voy a hablar con alguno de los chicos, te veo luego Amelia.

Estuvimos junto con Lourdes y Pablo picando algo del catering y bebiendo alguna que otra copa más de vino. El ambiente empezaba a caldearse y ellos llevaban razón, se podía ver a algunos de los profesores más mayores, empezando a desatarse más de la cuenta. Aunque a mí eso me daba igual, mi atención estaba centrada totalmente en cierta morena de ojos miel. Estaba empezando a notar como el alcohol estaba haciendo efecto en mi organismo.

- Chicos vamos a bailar — propuso Lourdes cogiéndonos de la mano y llevándonos a un rincón del gimnasio.

Empezamos a bailar todos juntos, la música estaba animada y la verdad es que estaba pasándolo muy bien. De repente, noté como Amelia me cogía y me pegaba más a ella para bailar. En estos momentos, sonaba una bachata y ella se meneaba de una manera exquisita mientras yo intentaba seguirle el ritmo. Pude sentir como rozaba su cuerpo ligeramente contra el mío.

- Amelia, estás jugando con fuego y a lo mejor te quemas — le susurré yo al oído.

- Quizás, necesito quemarme — me respondió ella con seguridad.

Amelia me estaba volviendo loca. Estaba aquí con su marido, pero me seguía el juego y ya no sabía hasta qué punto esto era una broma o no. Necesitaba despejar mi mente un rato porque no sé si era culpa del alcohol, pero si seguía así podía hacer alguna estupidez.

- Voy a por otra copa, ahora vengo — le dije a Amelia mientras me dirigía a la barra.

Llegué y pedí otra copa de vino y mientras estaba esperando, vi como Hugo se acercaba a mí.

- ¿Así que eres nueva por aquí no? Nunca me olvidaría de ti si te hubiera visto antes — me dijo Hugo.

- Sí, soy de Madrid — le dije yo.

- ¿y qué hace una chica como tú tan solita por aquí? — me preguntó él y yo ya no podía aguantarlo más.

- De verdad, ¿estás tonteando conmigo teniendo a la mujer más hermosa de toda la fiesta como esposa? — le pregunté, notando como fruncía el ceño y ponía una cara triste.

- Es mi esposa, pero hace mucho que ya no es mía — me dijo él, afectado un poco por el alcohol.

- ¿Qué? — le pregunté yo.

- Nada, déjalo — me dijo mientras desaparecía entre la gente y con esa respuesta me dejó pensativa, ¿qué estaba queriendo decir con eso?

Necesitaba contar esto a alguien y solo se me ocurría una persona perfecta para ello, me acerqué al grupo donde estaban bailando algunos profesores y agarré a Lourdes por detrás.

- Necesito que me acompañes un momento al baño — le susurré al oído.

- ¿Por qué? — me preguntó curiosa.

- Solo ven — le dije mientras le cogía de la mano.

Llegamos al baño y para nuestra suerte no había nadie.

- ¿Qué pasa Luisita? — me preguntó Lourdes.

- Hugo, ha tonteado conmigo, Lourdes — le solté sin pensarlo mucho más.

- ¿Qué dices? — me dijo ella.

- Lo que oyes, pero eso no es lo peor... me ha dicho algo que me ha dejado muy desconcertada — le expliqué yo.

- ¿El qué? Suéltalo todo ya — me pidió por favor.

- Le he preguntado que qué hacía tonteando conmigo teniendo a la chica más preciosa de toda la sala y me ha contestado que Amelia es su esposa, pero hace mucho que ya no es suya y puedo asegurar que he visto una cara triste en él, ¿qué significa eso Lourdes? — le pregunté.

- No tengo ni idea, Amelia nunca me ha dicho nada de eso. Aunque si lo pienso bien, nunca suele hablar mucho de Hugo o de su matrimonio — me contestó Lourdes — tienes que decirle que él ha intentado ligar contigo, ella debe saberlo...

- No creo que sea una buena idea — dije yo sin mucho convencimiento.

- Yo creo que si fuera ella me gustaría saberlo... — me respondió Lourdes.

- Quizá sí, pero no quiero que piense que lo hago porque ella me gusta y quiero boicotear su relación, me da miedo que pueda pensar eso — le dije yo — al final, si él es así, se dará cuenta.

- Como tú veas, sigo pensando que deberías decírselo — me contestó ella.

PROFESORAS || LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora