Capítulo Dos

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Ron y Hermione vieron entrar a Harry a la sala común con una muy, pero muy grande sonrisa y una cajita de color verde con una cinta negra en una mano. Hermione no pudo evitar soltar una risa ante la cara de bobo que su amigo tenia y Ron solo le palmeo el asiento a su lado para que el ojiverde se sentara, pero negó imperceptiblemente su cabeza ante la cara de estupido enamorado que tenía Harry.

Harry estaba estupidizado por haber visto la sonrisa del ojinegro, y aunque no había sido el único, ya que una señora que vendía dulces y una Hufflepuff de primer año habían visto la sonrisa que el mayor le había dado al ojiverde, nadie iba a quitarle la ilusión a Harry de pensar que era uno de los pocos afortunados en ver la sonrisa del profesor de Pociones. 

- ¡HARRY POTTER, ME HARIAS EL FAVOR DE ESCUCHARME! - Harry se sobresaltó ante el grito de Hermione, que frustrada por ver que su amigo no le prestaba atención y eso sumado a que había estado caminado hasta dolerle los pies, había perdido toda la paciencia que le quedaba con el ojiverde - Gracias - gruño la castaña cuando vio que el menor había salido de su mundo y ahora la veía con una sonrisa y una mirada de disculpa.

- ¿Conseguiste la lencería para ofrecerte al viejo esta noche? - Ron habló para romper un poco la tensión.

- ¡Ron! - y aunque se había ganado un grito de ambos al menos la situación estaba más ligera.

- ¿Si o no? - cuestiono el pelirrojo.

- Si - dijo Harry, pero al instante se arrepintió de sus palabras - ¡Digo no! Y-Yo solo... Si consegui el regalo - Ron sonrio pensando que a su amigo si le hubiera gustado conseguir lenceria para pasearse frente al murciélago, pero solo sonrio y le palmeo la espalda.

- Muy bien, dime al menos que nuestra caminata de hoy no fue en vano y que compraste algo que ya habías visto con nosotros - y aunque Harry quisiera responder algo que no ocasionara que Hermione le gritara por sus pies adoloridos de caminar por su culpa, tenía que ser sincero si quería decirles que le iba a dar a su profesor.

- Pues, algo así - dijo el ojiverde vagamente.

- Harry Potter - Hermione lo miro mal - ¿Que le compraste? - y aunque la pregunta era inocente, Hermione la había dicho entre dientes y con una mirada enojada.

- Eh, ¿Algo que va a usar? - y al ver la mirada mortal de Hermione le dijo la verdad - Bien, bien, no me mires así que me hago pis encima del miedo - Hermione rodo los ojos.

- Habla - insistió la castaña.

- Un broche para el cabello - y el silencio que le siguió fue muy incómodo para el ojiverde.

- Caminamos tanto, ahora tengo un dolor inmenso en mis pies, me sudaron las tetas de tanto caminar, para que al final de todo le terminaras dando ¡UN BROCHE PARA EL CABELLO! - grito Hermione histérica golpeando a Harry con una almohada que había sobre el sillón.

- Ok, ok, pero no es un broche cualquiera Hermione, no es de esas cosas feas que sueles ponerte en tu cabeza cuando te atas el pelo - Hermione se detuvo y Harry le sonrio inocente antes de recibir un fuerte almohadazo en la cara -  Ok, me lo merecía - murmuró Harry frotándose la nariz. Hermione se quedó sentada e indignada de brazos cruzados sin decir una palabra más.

- Ok, ella no dice nada - Ron miro a su amigo que tenia toda la nariz roja por el golpe - Pareces el reno ese del que me contaste en navidad - comento Ron - Pero bueno, muéstranos el broche para ver que al menos nuestra caminata valió algo la pena - Harry le extendió a Ron el regalo que no había soltado desde que llegó, pero antes de que Ron pudiera tomarlo Harry lo apartó.

- Espera, ¿Sabes hacer el moño después de que lo desates? - pregunto Harry, ya que él no sabía hacerlo y no iba darle un regalo con un moño que podría parecer cualquier cosa menos eso.

- No, la que sabe es la chica acá presente - Ron señaló con la cabeza a Hermione que seguía sin mirarlos ni decía nada.

- ¿Puedes hacerlo por mi después, Hermione? - dijo Harry sabiendo que la castaña estaría escuchando lo que decían. Ella lo miro y con media sonrisa habló.

- Si logras convencerme - Harry gimio y se levanto para sentarse a los pies de la castaña.

- Te haré un masaje en los pies - la castaña no dijo nada - Y los remojare en sales con agua tibia - la chica hizo una mueca con los labios y golpeó con su dedo índice levemente su barbilla, como pensando lo que le decía el ojiverde - Y cepillare tu cabello por una semana antes de que te vayas a recostar - Hermione alzo una ceja mientras sonreía - Ok, durante las mañanas también - y esta vez la castaña sonrio sabiendo que su cabello era una maraña luego de que lo soltara de su coleta con la que se iba a dormir.

- Muy bien, trato hecho - dijo ella extendiendo su mano para estrechar la de Harry, el cual de mala gana la agarro pensando en lo que se estaba metiendo solo por poder darle un regalo con un presentable moño a su profesor de pociones.

Ron soltó una risa mientras le arrebataba cajita y soltaba el moño, cuando la abrió se vio gratamente sorprendido ante la joya que tenía ante él. El broche no era cualquier cosa, era un delicado broche de plata con piedras negras y pequeñas piedritas parecidas a diamantes salpicadas aquí y allá. Las piedras formaban una delicada flor, que tenía detrás atada dos cintas de color negro con puntillas de un metal plateado que tenía talladas pequeñas serpientes, que sólo de cerca se apreciaban. Hermione jadeo cuando Ron le mostró la caja y pensó que si tenía que caminar tanto solo para encontrar un broche igual de hermoso, lo haría sin dudarlo, obvio que no iba a decirle nada de eso a Harry.

- ¿Que les parece? - Harry pregunto dubitativo.

Pero al ver las sonrisas de sus amigos pensó que había hecho una muy buena compra y que sin duda eso ablandaria aunque fuera un poco el corazón de Severus Snape.

¡Feliz cumpleaños, Profesor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora