Epílogo

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No se lo pude creer.

El tan ansiado día ha llegado y él aún no pude creérselo. Está que se sube por las paredes, se siente tremendamente feliz y a la vez muriéndose de los nervios. Con su corazón desbocado y bombeando a la velocidad de la luz y con el zoológico al que se le habían unido dinosaurios con el tiempo.

No puede no sentirse feliz. Soñó con este momento tantas veces, pero es que tantas, que no puede ni contarlas. Desde su infancia hasta a lo largo de su adolescencia y su vida de pre adulto.

Y finalmente está sucediendo por fin, quiere correr por todo el lugar. Su mamá y su hermana están a su alrededor retocándose, las dos también demasiado emocionados y arreglando el traje de Emilio cada que pueden.

Su padre tampoco se salva, está tan feliz pero mantiene la compostura como puede, sólo quiere que su hijo sea feliz con su persona correcta.

Y esa persona es con la que se unirá hoy en alma y cuerpo por el resto de sus vidas, para compartir una vida, para complementarse y ayudarse en las buenas y en las malas, estar para el contrario siempre y ante todo ser felices y amarse por siempre.

- Mailo, ya ha llegado la hora - anunció su madre con voz entrecortada.

- Si.

- No estés nervioso cariño, todo va a ir bien - su padre puso una mano en sus manos para brindarle su apoyo.

- ¡Claro que todo va a ir bien Mailo! - Rosé afirmó con una enorme sonrisa - él es tu persona especial Mailo.

- Lo sé, te aseguro que no tengo duda de eso, lo amo con locura - sonrió como el bobo que es - ya quiero que sea completamente mío.

- Serás posesivo - se burló su hermana.

- No es culpa mía, mi prometido es hermoso - se cruzó de brazos, haciendo un pucherito en sus rosaditos labios.

- Eres un completo bebé y te vas a casar.

- ¡Ay~ mi bebé se va a casar! - la Osorio mayor se abrazó a su pequeño, no tan pequeño porque es más alto que ella, apachurrando sus mejillitas.

- Mamá, que no soy un bebé, ya soy un adulto.

- Siempre serás mi pequeñín.

- Vamos, que Emilio debe salir ya - avisó el padre de los dos hermanos.

- Si~

Emilio suspiró llenando sus pulmones de aire. Está preparado, le tiemblan las piernas a más no poder, si, pero está preparado.

Sale para dirigirse hasta el altar para pararse allí y esperar a su prometido y futuro esposo.

Una boda al aire libre con decoraciones de blanco, dorado y rosa, con flores de todos los colores decorando el exterior y el césped perfectamente cortado en donde las sillas estaban colocadas correctamente para que se sentaran los invitados, esperando que la ansiado boda diera inicio.

Sus mejores amigos estaban también bien vestidos y esperando a un lado en donde Emilio se pondría, con el centro despejado y una enorme alfombra blanca con algunos detalles bordados decorándolo.

Simplemente la boda soñada de cualquier persona, una boda de lo más bonita. Decidieron que no querían casarse por la iglesia ni cualquier cosa de eso, los dos son ateos y lo mismo pasa con la mayoría de sus familiares y amigos, no necesitan a la iglesia para casarse, ellos son felices así.

Son libres y sólo quieren que su matrimonio sea oficial, para demostrar su amor - que en realidad no necesitan demostrarle su amor a nadie más que a ellos mismos - por eso mismo quieren casarse, para unirse para siempre.

Hola princesa➪𝐸𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎𝑐𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora