Capitulo 16: Hijos

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Al día siguiente, Argentina se levantó entusiasmado. Hoy recibiria a sus hijos en la Casa Rosada, pero también a Estados Unidos, sabía que se había hecho el tonto por no avisarle que los infantes también vendrían, pero no tenía mucho tiempo. Se sentía fuera de lo común la presencia del mayor, aunque no le molestaba realmente. Por ahí él lo ayudaba a sentirse menos nervioso

«Con suerte y todavía me pueden ver a la cara»

Se levantó de la cama de un salto, pese a haber dormido poco, por culpa de los nervios por un lado, y se dio una ducha. El agua fría le ponía los pelos de punta pero hacía mucho calor, además de que había mucha humedad

Se puso un par de jeans azules, una remera blanca y el mismo par de zapatillas que usaba casi todos los días. No tenia la necesidad de ir de traje ni nada demasiado elegante para su gusto, después de todo veria a sus hijos, no a un empresario multimillonario que vendría a invertir en sus tierras

Salió de la habitación y saludo a cada persona con la que se cruzó por los pasillos de la Casa Rosada con una sonrisa radiante

Eran las 9 de la mañana y las islas venían en camino en un avión de la empresa British Airways, aerolínea de bandera del Reino Unido

Sin embargo, a las 12 del mediodía, Estados Unidos estaría presente para reunirse con Argentina. El bicolor simplemente esperaba que USA no se enojé por no avisarle que sus hijos, casualmente, también vendrían desde la isla de Gran Bretaña para visitarlo después de varios meses

Desayuno en la cocina mientras hablaba con CABA sobre algunos temas económicos que le traían dudas al porteño y después reviso la habitación que había ordenado limpiar para recibir a los infantes

Las cuatro camas de sábanas y acolchados celestes y naranjas una al lado de la otra, con una mesita de luz y un velador de por medio, una biblioteca blanca llena de cuentos infantiles de famosas escritoras argentinas como Elsa Bornemann o María Elena Walsh, cortinas de color amarillo claro abriéndose paso en la habitación, guiadas por el viento que venía de afuera. Las ventanas abiertas de par en par, las alfombras de colores cálidos cubriendo partes del piso de madera. Era una hermosa habitación, dormiría allí si no la estuviera guardando para otros ocupantes

Se acercó al viejo baúl de madera, que guardaba en su interior todo tipo de juguetes y juegos. Agarró un pequeño peluche de pingüino, con el que Tierra del Fuego jugaba cuando vivía en Buenos Aires, en la Casa Rosada, y no en Ushuaia. Siempre lo llevaba bajo el brazo, pero ahora estaba demasiado grande para eso

Las cosas son muy diferentes desde hace algunos años. Todos sus hijos estaban muy grandes, se ocupaban de sus territorios y no los veía como antes, como cuando todos eran unos niños y jugaban en esa misma habitación. No podía estar con las islas pues solo las podia ver una vez al mes, y el año pasado esto se dificultó mucho. Le gustaba jugar con niños, pero ahora no tenía con quién hacerlo

Estaba... Solo. Era bastante aburrido, solitario, pero no le molestaba. Eso trataba de creer, ¿Otra pareja? Mejor no, no necesitaba una de esas ¿Más hijos? No, no quería más problemas. Quería a Malvinas, a Soledad, a Georgias y a Sandwich, solo quería a sus hijos y nada más. Pero seguía decaído, en fin. No había nadie con quién hablar de eso, al menos estaba seguro que no iba a ser una molestía para otros

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— Very good, Argentina. They will stay until 5 I understand (Muy bien, Argentina. Se quedarán hasta las 5 tengo entendido)

— Eh... Si, a las 5 en punto van a estar en la entrada para que te los lleves— Le molestaba el término que uso, pero eso iba a hacer, ¿No? Si, se llevaría otra vez a sus hijos

Confia en mí [UsArg] CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora