PATRICIA: Un suceso inesperado ocurrió ante mí, y la razón por la que lo relato aquí es porque no sé cómo pueda terminar mi historia. Ha pasado ya tantas veces y todas con un mismo final. Me pregunto si yo también terminaré de la misma manera.
Sabed que de lo que os voy a contar nadie tendrá constancia, puesto que no es algo de lo que se pueda escapar, algunos lo intentaron pero todos fracasaron. Y ahora yo me encuentro en su misma situación, en un callejón sin salida...
Todo comenzó un día lluvioso, paseaba por la calle cuando alguien chocó conmigo y cuando volteé a ver quién era ya se había perdido entre la multitud. Ya no quedaba rastro de esa persona lo único que dejó atrás fue un reloj de bolsillo dorado con la tapa en relieve de una luna en su centro. Pensé que quizás fuera su gusto o un regalo, la cuestión era como devolvería eso a su dueño sin siquiera conocer su cara. De repente un ruido me sorprendió. Mi alarma sonó, se me hacía tarde para llegar a casa y terminar mi trabajo. Ya tendría tiempo de preocuparme por aquello en otro momento la cuestión era apresurarse para llegar lo más rápido posible.
Mientras corría me percaté de unos niños jugando en la acera y un coche que se acercaba a gran velocidad. Sin pensarlo dos veces corrí hacia ellos y cuando pensé que todo saldría bien, todo se volvió oscuro.
Ojalá no hubiera estado allí ese día, ojalá no hubiese sido yo... eran los únicos pensamientos que vinieron a mi mente, jamás pensé en terminar de ese modo, todo en un instante sin ninguna solución o contemplación, o eso pensaba cuando escuché un pitido, que me resultaba familiar y me devolvió a la luz. Para mi sorpresa era la alarma de mi móvil, que me avisaba de que ya eran las 8 a.m. y que era hora de levantarse. Miré a mi alrededor perpleja, incrédula de lo que estaba viendo con mis propios ojos. ¡Estaba en mi habitación, en mi cama, no había muerto!, ¡aún no me lo creía!, no fue más que un sueño. Jamás pensé que me alegraría tanto de despertar en la mañana. Me tranquilicé con una buena taza de café, cosa que nunca venía mal, cambié mis ropas y salí de camino al trabajo.
De nuevo el mismo camino, la misma gente, solo que algo había cambiado. Una sensación de pánico recorrió de repente mi nuca cuando escuché al dependiente de la óptica contarle a una señora lo ocurrido. Ese supuesto sueño que había tenido se hizo realidad, solo que de una manera mucho más tenebrosa. Los pequeños que supuestamente yo había salvado, ya no estaban. Esas palabras me desgarraron por dentro, no podía creer lo que estaba escuchando.
Seguí caminando unos metros más cuando recordé el reloj. Rápidamente busqué en mi bolso, en el bolsillo que lo había guardado. Allí estaba, pero algo era distinto. La tapa que supuestamente debería ser lisa con el dibujo de una luna en el centro, ahora tenía una línea que iba desde el borde hasta la luna. Pensé que era extraño pero no le encontré explicación por lo que, simplemente dejé de pensar en ello.
En ese mismo instante cuando por fin me estaba relajando, noté como algo me atravesó. Caí al suelo y lo único que notaba era una dolorosa punzada que pronto acabaría en un sueño profundo, en una infinita y fría oscuridad.
Ojalá no hubiera estado allí ese día, ojalá no hubiese sido yo... otra vez ese pensamiento acompañó a mi mente mientras se hundía en aquellas circunstancias. De nuevo una vez más desperté, en el mismo lugar a la misma hora, no sabía lo que estaba pasando y solo recordaba la mirada sin vida de la persona que me apuñaló y su tono de piel gris. ¿Gris? Era raro, de una manera estrafalaria como si de una película muda se tratara. Creo que cené algo raro anoche o eso pensé lo que si tenía claro era que volvería comprobar el reloj porque había algo que no me cuadraba.
De nuevo este cambió otra línea fue dibujada en el reloj. Seguía sin saber lo que estaba pasando, lo único que tenía claro era que aquello no había sido coincidencia que dos veces que escapara de la muerte, eran suficientes para saber que algo estaba pasando y que no me quedaría de brazos cruzados ya que de seguro eso podría volver a pasar. Cuando, no lo sé, pero estaba segura de que ocurriría ya que lo notaba como si de mi destino se tratara.