Castigo-Premio

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La luz del sol que se colgaba por las cortinas lo despertó. Medio sonámbulo, buscó las gafas de la mesita de noche al lado de su cama y revisó el despertador situado en la misma, 10:37 am. Agitado, sale de la cama y empieza a vestirse rápidamente, debería de estar en casa de sus padres desde hace más de 40 minutos (un regaño más), y está seguro de que cuando llegue, ninguna excusa les será válida.

15 minutos más tarde, ya se ve encaminado a Notting Hill, donde viven sus padres. Agradece mentalmente haber conseguido un boleto de metro tan rápido. La distancia entre Soho y Kensington en metro es de 20 minutos aproximadamente, así que debería llegar al apartamento de su niñez cerca del mediodía (maldición, sus padres iban a matarlo).

Por fin, a las 11:45, tocó una puerta de color turquesa, de la cual salieron 2 personas, uno con cabello azabache, gafas, de ojos marrones, con una leve sonrisa; la otra, pelirroja, de ojos verdes, de brazos cruzados y con el seño fruncido.

A pesar de superarla por al menos 10 centímetros, Harry se vio en la necesidad de bajar la vista cuando los ojos verdes de Lily Potter (identicos a los de él) se fijaron en su hijo.

-Llegas casi 3 horas tarde.-dijo seriamente la pelirroja.
-Lo se, y lo siento pero...-
-Casi 3 horas tarde, Harry James Potter.-lo interrumpió ella.
-Amor, dejemos pasar a Harry y que el nos explique su asombrosa demora,-terció James- no deberíamos hacer una escena en público. 

La pelirroja, no muy conforme con aquel pedido, frunció aún más el seño, sin embargo, se apartó para que su hijo entrara a la refrescante sala.  Una vez dentro, Lily Potter volvió a descargar su ira. 

-Harry James Potter, es la tercera vez en el mes que llegas tarde. No entiendo tu afición a irte vivir solo tan joven.

-Simplemente quiero tener mi propia independencia mamá-señaló el menor- además, tengo un trabajo estable como investigador y regresando al tema, enserio lamento mucho volver a llegar tarde pero, he estado teniendo sueños muy extraños y se que no son una excusa pero me cuesta mucho levantarme y...- 

-Calma hijo.-interrumpió James- ¿Has estado teniendo problemas para dormir otra vez? 

Harry los miró con culpa. A lo largo de su vida, había tenido problemas no para consolar el sueño, sino para despertar de estos. Su infancia estaba llena de sueños de un lago y una enorme casa en la orilla de este. Sin embargo, tras interminables visitas con especialistas, nunca determinaron si se trataba de algún trastorno o enfermedad, así que simplemente siguió creciendo, dejando de lado la situación. 

Con el tiempo, los sueños disminuyeron hasta casi olvidar que alguna vez sucedieron, pero increiblemente (o para su mala suerte), estos regresaron en el momento en que Harry se mudó de la casa de sus padres, para alquilar un departamento en Soho. La mala suerte lo seguía y el no entendía por qué. 

-Bueno, algo así, pero ¡les juro que no llego tarde al trabajo!-afirmó desesperado. 

Sus padres se miraron y en su rostro apareció aquella mirada de preocupación que se instauró hace varios años. Harry decidió que no quería hablar más del asunto. El no estaba loco y no volvería a pasar por todas esas pruebas hechas por los doctores. Con voz apagada, mencionó que iría a dar un paseo. Sus padres no lo miraron cuando se marchó. 

Algo que Harry amaba era sin duda el helado. Lo hacía felíz en sus días tristes, buenos, amargados, etc. El helado era vida resumidamente. 

Caminó sin rumbo durante algunas horas hasta que el hambre le exigió comprar algo más que un helado. Pagó 2 rebanadas de pizza en un puesto y las engulló velozmente. No era la mejor comida, pero no tenía tantas ganas de regresar a su casa o a la de sus padres. Cuando avivó el paso nuevamente, se metió entre calles, aquellas que lo habían visto crecer y se sintió mal por un momento. Sus padres solo se preocupaban por su bienestar pero Dios, el NO estaba loco. Solo era un soñador incomprendido. 

When Draco Was ThereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora