Capítulo 1

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Pov Wang Yibo

El frío del otoño me golpeaba la cara. Era tan fría y a la vez tan placentero.

Mis patas ardían, al igual que mi pecho, pero no pensaba detenerme. No quería detenerme. Mi interior estaba vacío y dolía tener que fingir que todo está bien cuando en realidad no es así, duele. 

Cada día me costaba más tener que fingir a todos que era feliz, cuando en realidad me estaba consumiendo en la soledad y la tristeza.

Por las noches mi mente no dejaba de recordarla. Su rostro estaba grabado en mi mente, su sonrisa, sus palabras, su olor, todo estaba grabado en mi mente y odiaba a la vida por quitármela. Más bien me odiaba a mí mismo por no poder soltarla, por tenerla siempre presente.

En un punto de mi vida verla sonreír y saber que ella era feliz me hacía feliz a mismo, pero poco a poco eso ya no me era suficiente, necesitaba que ella supiera que yo la amaba, pero la vida fue tan cruel que me la arrebato aun sin siquiera poder decirle lo que sentía.

La perdí entre mis brazos sin poder hacer nada más que sostenerla y abrazarla tan fuerte como pudiera.

La felicidad dejó de existir desde que la perdía a ella.

Mi corazón se sentía vació que deje de creer en el amor hundiéndome en mi dolor.

El amor se convirtió en una basura, en un sentimiento que no servía, llegue hasta el punto de creer que jamás me enamoraría de nuevo, pero todo cambio cuando lo vi a él.

Una cálida sonrisa me robo el corazón sin darme cuenta, unos ojos profundos con un destello de felicidad y tristeza mezclados en un bello tono café me hicieron perderme en ellos. Unos labios rojizos los cuales deseabas poder besar todo el tiempo y aun si no me cansaría. Pero lo que más cautivo no fue su mirada o su sonrisa, mucho menos sus bellos labios o la inocencia que mostraba, si no su aroma. Desprendía un aroma que me atrapaba. Me hizo experimentar esta mezcla de felicidad y nostalgia, de enojo y alegría, de querer llorar y abrazarlo a la vez, era una locura, pero su aroma a frutos rojos y menta fue mi perdición.

Me detuve de un solo golpe cuando me di cuenta que había llegado al lugar que deseaba. Un gran roble fue mi parada, sus hojas comenzaban a caer una por una. Todos los años en este mismo día veníamos juntos, trepábamos las grandes ramas y llegábamos casi hasta la copa solo poder gozar de una mejor vista de todo el bosque y ver cómo poco a poco el invierno llegaba. Esta actividad se había vuelto una tradición, nunca no las perdimos, pero todo cambió cuando ella simplemente no volvió a mi lado, sin embargo aún sigo visitando este lugar todos los otoños para poder apreciar la vista y recordarla a su vez.

–No sabes cómo te extraño, cada día desde que te fuiste es una tormenta para mí, despertar y no poder escuchar tu risa escandalosa, ni poder correr a tu lado...Te extraño pequeña. – sonreí con nostalgia mientras sentía como una lagrima salía. Mi pecho dolía, no podía olvidar la y aunque su muerte fue hace ya varios años, aun me cuenta poder decirle adiós.

Limpie mi rostro, suspiré cansado preguntando me si algún día podía soltarla. Mire a mi frente y todo parecía enorme y pequeño a la vez. La noche estaba comenzando a llegar y con ella el clima comenzaba a tornarse más fresco, necesitaba volver.

Comencé a caminar, así podía mantenerme más relajado y dejar que la tristeza se borre un poco.

A lo lejano pude escuchar una voz, que por un momento se me hizo conocida pero no podía recordar con exactitud de quién provenía. La voz comenzó a volverse más cercana y con ella una luz, comenzó a acercarse más y más y mi curiosidad no me dejo ignorarla así que me acerque, dándome cuenta que era él. Mi sorpresa fue tan visible al igual que él, pero el, la cambio tan pronto cuando me reconoció dedicándome una bella sonrisa, era hermosa y contagiosa que se la devolví sin desearlo. Hacía mucho que no sonreía de tal manera, simplemente salió sin forzarlo, que me pareció raro.

Mi Alfa//YiZhan//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora