Después de unos minutos de esperar por Odette, finalmente me trajo unas tijeras, al principio me sorprendí por el tamaño de estas ya que eran diferentes a las de mi época por lo que costó un poco acostumbrarse y cortar; cuando acabé, observé con detenimiento en el espejo y terminé esbozando una sonrisa de satisfacción ante lo bonita que se veía con este estilo de cabello además de sentirse mucho más liviano. Lyséa realmente era una mujer hermosa. Di unas palmadas a mi rostro para volver mis sentidos, debía tomar un baño e irme a la cama ya que mañana me esperaba un largo y posiblemente agotador día.
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Bueno, no esperaba una reacción tan exagerada por parte de las personas que me servían, algunos abrían sus ojos con sorpresa, otros susurraban y murmuraban entre ellos que no pude evitar fulminarlos con la mirada.
-Usted... se ve encantadora hoy, señorita. -Oh, gracias Odette, eres la única por la que aún no he entrado en crisis, pero no puedo decirle eso, ¿verdad?
Le dediqué una sonrisa mientras ella terminaba de ayudarme a vestir, el vestido venía con un degradado de tonos verdes pasteles y fuertes, colocó un costoso collar de oro con un par de llamativos diamantes alrededor de mi cuello y por supuesto no podían faltar los aretes, estos combinaban perfectamente con el color de mi cabello.
El carruaje ya se encontraba esperándome fuera, nunca he subido a uno por lo que la idea me asustaba pero sería extraño que demuestre temor ahora ya que ha sido una forma de transporte desde que Lyséa hizo su debut de mayoría de edad hace unos cuantos meses atrás. Una vez dentro tan solo me relajé y admiré la espectacular vista a medida que el carruaje avanzaba, no pude evitar pensar en el contenido del libro.
En el primer encuentro con su prometido fue puntual, esperó casi una hora por el príncipe, los minutos parecían pasar tan lentamente y el ambiente se volvió tan incómodo que la servidumbre no tardó en susurrarse entre ellos: "pobrecita, su majestad olvidó su cita" logró escuchar, pero ella se mantuvo firme y a la espera hasta que finalmente apareció él; pero el resto de la estadía allí había sido tan increíblemente incómoda.
-Por eso vamos a pasear un poco por el palacio, jejeje.
Al bajar, lo primero que logré ver fue una entrada decorada con flores, decidí seguir un camino distinto y de alguna forma terminé en el jardín real.
-Dios, qué cantidad increíble. ¡Incluso están separadas en sectores! ¿Será esta medicinal? No puedo reconocer algunas.
En la novela mencionaban constantemente acerca de la famosa flor curativa del imperio, la misma llevaba el nombre "Shion" y esta claramente no debía ser usada por cualquiera, en todo caso, el Emperador ordenaba el provecho de esta.
-Me sorprende que haya una noble que no conozca a Shion.
Al oír esa profunda voz, empecé a buscar por todas las direcciones casi sin éxito, pero un movimiento de una rama fue suficiente para captar la silueta de un apuesto caballero sentado sobre la misma, mirándome con cierta diversión.
-¿Sabes qué es más sorprendente? Ver a un tipo sin modales escuchando a escondidas. Verte ahí arriba tampoco se ve para nada atractivo.
-Necesitaba algo de paz, no es algo fácil de conseguir.
Mencionó él, tomando impulso suficiente para saltar y aterrizar sin problemas en el suelo, caminó en mi dirección a pasos lentos y fue allí donde pude admirar un poco más sus facciones; su cabello era rojizo, era un color tan vívido que difícilmente lo ignorarías, y sus ojos era un verde esmeralda, ¿todos iban a ser personas tan llamativas en este mundo?
-Me harás un agujero en la cara, ¿qué clase de expresión es esa?
Cuestionó alzando una ceja a la vez que sostenía mi mano y se inclinaba ligeramente para besarla, el suave roce de sus labios contra mi piel fue suficiente para deshacerme de todo pensamiento alocado.
-Puedes llamarme Mar...
-¡Espera!
Lo interrumpí rápidamente mientras tomaba su brazo y lo arrastraba hasta la parte trasera del inmenso árbol para escondernos, saqué un poco la cabeza para observar a las personas que se paseaban por allí logrando ver una brillante cabellera negra, pude deducir por la vestimenta que se trataba ni más ni menos que del príncipe heredero, Aaron Sebastián De Solarium.
-Oh... ya veo de qué se trata. ¿Es otra fiel seguidora?
-¿Fiel seguidora?
Sin poder eludirlo, una expresión de disgusto se hizo presente en mi rostro y aquello fue lo suficientemente notorio para que mi acompañante se echara a reír escandalosamente a carcajadas, le tapé la boca velozmente y le obligué a ocultarse, cuando logré ver que Aaron ya había desaparecido de mi vista, lo solté y suspiré pesadamente.
-Sir Mar, ¿no le parece que burlarse de una dama es demasiado?
-¿Mar?
Cuestionó con un leve timbre de asombro en su voz, echándose a reír nuevamente, solo que esta vez fue algo más sereno y silencioso.
-Es una dama bastante peculiar. ¿Tendré el honor de oír su nombre?
-Soy Lyséa Georgina Sproudless, es un placer.
Realicé una corta reverencia y levanté apenas la mirada para observar a sir Mar, quien se me quedó mirando con una expresión difícil de descifrar, sentí como ese par esmeralda me atravesaban directamente, no entendía dónde había ido esa amable mirada de tan solo hace segundos atrás.
-¡Señorita! La he estado buscando por todos lados, el príncipe heredero ha estado esperando por usted desde hace bastante rato.
Oh, Dios, no. Mi plan solo era hacerle esperar tan solo un par de minutos, alcé mi vestido y corrí detrás de la sirvienta quien amablemente me guiaba el camino hacía el comedor imperial, por curiosidad miré de reojo hacia atrás, pero el apuesto joven ya no se encontraba allí.
-Oí que la señorita de la familia Sproudless era una persona aplicada, responsable y admirable, ¿quizá solo escuché puras patrañas?
Mencionó Aaron, observándome desde su asiento con un semblante aparentemente molesto, pero no me acobardó en absoluto, mantuve mi mirada en alto y sonreí por cortesía.
-Saludos a su majestad, el príncipe Solarium.
Incliné levemente mi cuerpo saludando al joven pelinegro, sus llamativos ojos azules aún permanecían pegados a mí como cuchillos filosos. Internamente maldecí ya que me esperaba una estadía mucho peor de la que me imaginaba.
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Aaron está precioso, AHHH. Aunque no se encariñen demasiado, es egoísta(?).
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Quien tan encantador finge ser
RomanceLim Sooyoung, una mujer coreana de veintisiete años que disfrutaba leer novelas románticas sin importar la época en las que se encontraban situadas, ya en su etapa final de enfermedad y lista para recuperarse gracias a un donante de médula ósea, alg...