Trev y Mike

El regreso de un viejo amigo

[Michael]

Empezaba mi día como de costumbre, en mi gran cama vacía ya que mi esposa se encontraba en sus clases de yoga las cuales no son mucho de mi agrado, se ve que su profesor es un completo idiota, pero bueno, quién soy yo para juzgarlo? Creo que tampoco soy un hombre y marido perfecto pero aún así intento serlo. Con todos esos pensamientos estupidos en mi cabeza, tuve algunas fuerzas para levantarme de mi cama e ir hacia la cocina, me sorprendió la tranquilidad que había en mi casa, pues está siempre solía estar llena de gritos generador por peleas de mis hijos o de mi esposa.

Baje las escaleras y al abrir mi refrigerador, además de encontrarme con mis bebidas y alguna que otra fruta encontré escondido una gran bolsa con lo que creo yo, eran kilos de marihuana, definitivamente solo esto podía provenir de mi hijo menor, Jimmy.

Llego mi esposa y al verme con la gran bolsa de marihuana empezó a gritarme como siempre, insultos como "hipócrita" "me divorciaré de ti" y "estupido" salían de su boca, ahrg diablos!
¿Acaso no puedo tener una sola mañana tranquila?
Si no era suficiente, llego su estupido profesor de yoga con sus pendejadas del "namaste", y luego llegó mi hijo Jimmy, el cual venía a reclamar por su bolsa e insultandome como si no fuera su padre. En resumen, tuvimos una típica discusión los tres en el lugar.
¡Clásico de mi gran familia  disfuncional!

– ¡Basta ya, Me están jodiendo el puto yoga! – dijo a gritos mi mujer callándonos a todos los que nos encontrábamos en la habitación, no fue hasta cuando una voz algo rasposa y grave se llegó a escuchar.

– ¿Alguien dijo yoga? –

Paso por la entrada de la cocina el responsable de esta voz, Trevor Philips, mi viejo mejor amigo. Hubo un silencio incómodo por unos segundos en la cocina. Mire de pies a cabeza al mismo, seguía siendo igual de como lo recordaba, alto, con ropa siempre sucia, un pelo mal cortado, y unos ojos marrones que de alguna forma no podía dejar de ver, volvió un sentimiento en mi que no sentía desde hace tiempo.

– Trevor?... –

Dije algo sorprendido por su inesperada llegada aun así sin poder quitarle mi vista sobre el. Sinceramente hace unos días me esperaba su venida, por unas cosas que había hecho y lo más probable era que el se apareciera, sin embargo no podría creer aún que el mismo se encontrara en mi cocina.

– Michael. – dijo el pelinegro viéndome con una cara que no podía descifrar si era de odio o simplemente su cara amargada de siempre.

[Trevor]

Así que aquí estaba, en la gran mansión del gran Michael de Santa, alguien que supuestamente había muerto hace unos años y yo como idiota iba a visitarlo todos los días a su "tumba". Diablos, me sentía tan idiota de tan solo haber ido a su casa, pero aquí estábamos. Tenía algo de furia en mi por lo que mi supuesto amigo me había hecho, sin embargo no era capaz de poner ni una sola mano encima de él. Habíamos sido amigos un gran tiempo y la verdad que sentía un gran vacío al no verlo, ugh es algo medio cursi, pero es la mierda que ese imbecil provocaba en mi.

Para romper el hielo me acerque a Michael para restregarle en su cara toda la basura que me había hecho, el solo me miraba callado sin saber que decir, volteé a ver a su familia que creo yo que estaba asustados al verme, pero seamos sinceros... ¿Quien no se asusta al verme? Ni el gran Michael se atrevía a decirme nada.

Salude a su familia y al ver que faltaba su hija mayor Tracey, su hijo gordo el cual no conocía muy bien, nos comentó que la niña que en algún momento había estado sentada en mis piernas, se encontraba audicionando en ese estúpido programa de "Fama o Drama".

– Carajo Michael, tenemos que ir por tu hija!, ese programa es una basura, ven vamos!.. –

Fue lo que se me ocurrió hacer, corrimos los dos hacia su auto que estaba en su garage y manejamos hasta el lugar en donde se hacían las audiciones, en fin, una larga historia con el idiota del conductor. No conversamos mucho en el camino a salvar a su hija, sin embargo quedamos los dos en conversar algún día de nuestras vidas.

Odiaba a Michael, en verdad lo hacía, pero de alguna forma me sentía mal de hacerlo.

[...]