III

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MISIÓN NOCTURNA
 

  

   
   
   
A diferencia del otro día, atemorizada por lo que su líder y capitana le había dicho, a pesar de querer despertarse tarde, apartó la idea de su cabeza y a primera hora ya estaba despierta y levantada.

Caminó hasta llegar al pequeño baño de su estancia, se vistió con un top negro deportivo y unas mallas que, como pensáis muches de vosotres, le hizo un culo de infarto. Aunque, para ella era lo de menos y consciente de que recibía alguna que otras miradas se puso una sudadera ancha y grande. Recogió su sedoso blanquecino pelo en una coleta desbaratada y baja.

De allí, salió de la habitación para coger una manzana, saliendo corriendo y yendo hasta el lugar en que le tocaba hacer turno.
     
     
¿Tantas ganas tenéis de saber que  estaba haciendo Natalia?
Pues está bien, no seré yo quien os haga esperar.
     
     
Por primera vez desde la hora de cenar, sus zapatos pisaron el suelo de la habitación.

Cuando se hubo sentado al fin en su cama procedió a quitarse las botas que llevaba para levantarse, dejarlas de mala forma en la repisa y volver a tumbarse.
Tras segundos de estar mirando hacia el frente, respiró con profundidad y se tumbó, dibujando mentalmente en el techo un esquema sobre lo que haría.
     
     
          — Las horas de sueño que tiene ella son distintas a las mías, los de mi raza no necesitamos dormir, incluso podríamos vivir sin hacerlo, pero ella lo necesita... en la misión que hagamos esta noche, aprovechando que es por grupos la haré venir conmigo...
     
     
Alba, permaneció en su lugar de guardia hasta que vio a Joan, el que resultó ser su relevo. Pero como ya imagináis no fue todo tan sencillo, porque se estaba cuestionando, en todo momento, por que debía permanecer quieta y seria, como una famosa escultura que se halló de forma inesperada el año 1897 en el yacimiento arqueológico de Alcudia en la tierra, efectivamente, en la vuestra. Si aún no sabéis quien es, ya os lo digo yo, la Dama de Elche.

Terminó aquel horror y tras una largo abrazo y una enorme sonrisa, se marchó dejando al chico para que empezara su sesión de aburrimiento, mientras, ella cargó la bolsa y empezó a caminar en dirección a la cafetería. Cuando llegó, se pidió una bebida calentita y se sentó en una de las mesas junto a la ventana, teniendo unas vistas perfectas de la calle, sacando finalmente el libro y leyendo con calma.

Después de dejar lo equivalente a dinero, que, para los trabajadores directos de los líderes eran unos pequeños cheques, se marchó a su habitación encerrándose en ella. Se le había pasado la hora de comer y ni cuenta se había dado.
Desgraciadamente para ella, que había pensado en pasar la tarde dibujando cualquier cosa que le pasara por la cabeza, escuchó un leve pitido provenientes de  la torre central, del cual luego sonó una voz conocida para ella.
    
    
     — A todos los que formáis parte de los grupos de protección del distrito, nos reunimos esta tarde en la sala de eventos.
    
    
Mientras que la líder cerraba la megafonia, la que permanecía tumbada en su cama, bufó y se vistió con la ropa adecuada para salir, bajar a comer algo y llegar hasta aquel lugar.
    
    
     — Por la noche como ya sabéis, debemos de ir a hacer una misión, así que he decidido reunirnos aquí para dividir este grupo en parejas.—  comentó con aquel tono serio y de superioridad que usaba al dirigirse a las personas que la rodeaban.  — En la tabla de la pared junto con el mapa están puestas cuáles son vuestros acompañantes. En este caso, yo iré con Alba.
    
    
La que acababa de ser mencionada, se sorprendió pues no esperaba aquella información, bufó y giró su cuerpo entero para salir de aquella sala, pero al último momento decidió dar marcha atrás y acercarse hasta ella.
    
    
     — ¿A qué hora debo estar preparada para marchar con usted, Lacunza? Ya sabe que no acostumo a ir a las misiones nocturnas, desconozco la información.— conforme fue hablando, su seriedad y seguridad fue disminuyendo, se sentía demasiado nerviosa e intimidada ante su presencia.

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