El origen

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Cuenta una antigua leyenda que hace cientos de años en un pequeño pueblo del oeste llamado Valdivia, en una pequeña casa de quincha, existió una joven humilde, trabajadora pero sobre todo soñadora. Hellen quien poseía una belleza impresionante su cabello liso, sedoso color castaño caía a lo largo y ancho de su espalda, de test clara con una sonrisa que iluminaba el día y con sus ojos color miel que cautivaban a cualquiera.

Pero su hermosura se veía opacada por su desdicha. Ella soñaba con ser una cocinera profesional, viajar por el mundo, crear un imperio gastronómico pero estaba lejos de su realidad esta posibilidad, ya que su madre era una ama de casa que al igual que ella solo recibía órdenes y maltratos de su padre un borracho empedernido que derrochaba el dinero.

Su padre no le permitía estudiar, con saber leer y escribir era suficiente, ya que la necesitaba para trabajar en el campo. La agricultura era el método de subsistencia por excelencia. Eran tierras bendecidas llenas de frutos por doquier que se vendían como pan caliente por su tamaño y sabor.

Al otro extremo del pueblo al final del camino en las faldas de la montaña en lo más profundo y apartado del poblado se encontraba Mateo. Un joven alto, fuerte, robusto y muy apuesto con cabello oscuro y ojos color café. Quien recientemente había perdido a sus padres en un trágico accidente quedando como único heredero de una inmensa finca de 127 hectáreas. Su familia tenía mucho dinero y se dedicaban a la ganadería y agricultura de una fruta muy exótica. Estudiado en materia de negocios se encontraba solo y sin saber que hacer. Aún era muy joven y la pérdida de su familia lo habían dejado sin rumbo ni dirección.

Caminando por el pueblo sintió que se le salía el corazón ¿qué era esto que estaba sintiendo? ¿Qué era lo que veían sus ojos? Una bella dama se encontraba justo enfrente. Resplandeciente como el sol, con su belleza penetrante. Mateo sin lugar a duda se enamoró a primera vista, fue un flechazo, no sintió duda de que esa era la chica que deseaba tener a su lado para formar una familia. Como todo un galán le propuso al instante que se casara con él.

-Con solo ver tu sonrisa mi corazón se llena de alegría, seria toda una dicha si usted reina mía, aceptara ser mi esposa.

-Disculpa ¿nos conocemos?

-Seguro no, pues mis ojos nunca habían visto tanta belleza en un mismo instante, pero me basta verte para saber que quiero que estés a mi lado. Igual me presento, mucho gusto mi nombre es Mateo Ponce.

-El placer es mío, me llamo Hellen Almanza.

La hermosa jovencita quien deseaba salir de su hogar cuanto antes puesto que ya no soportaba los maltratos de su padre no dudo en decirle que si aun sin conocerle.

-Sí, acepto me casare contigo. Pero debes hablar con mis padres.

-No hay problema, te acompaño a tu casa para conversar con tus padres, yo vivo en la hacienda Tejana.

De camino a la casa de los padres de Hellen, Mateo solo pensaba en que decir para que le otorgaran el permiso de casarse con ella. Estaba muy nervioso, sudaba como si estuviera en una sauna, le temblaban las piernas y no era para menos acababa de conocer a la chica y ya se dirigía a pedir su mano ante sus futuros suegros. No era tarea sencilla pero se encontraba dispuesto a asumir la responsabilidad de sus decisiones. Mateo no conocía lo suficiente a Hellen pero aun así estaba convencido de que ella era la chica con la que pasaría el resto de su vida. El camino se hizo más corto de lo esperado y pronto llegaron a casa de los Almanza.

-Buenas tardes Don Alberto, mi nombre es Mateo Ponce y he venido a pedir la mano de su hija Hellen.

Como siempre Don Alberto se encontraba ebrio y como era de costumbre solo le importaba el dinero para seguir bebiendo. De modo poco interesado respondió:

Diamante Negro -EL MUSEO-helleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora