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El tiempo paso, la vida continuo y el pequeño sol seguía recordando su amor con dolor.

Con el pasar de semanas y meses aprendió a ocultar su pena, logrando formar una perfecta mascara cuando oía su nombre o lo veía en alguna parte.

Nadie notaba lo destrozado que estaba, como su pecho se oprimía al oír su voz, como en su presencia o ante su mención guardaba silencio para que nadie notara su voz llorosa.

Verlo con alguien más lo lastimaba, verlo besándose y diciéndole tantas cosas bellas. Palabras que una vez fueron solo para él, ahora pertenecían a otro.

Fingir era agotador, llegar a su casa para llorar hasta dormirse no era sano, pero no podía hacer nada. No importaba cuanto intentara olvidarse de todo, los recuerdos estaban grabados en su mente, aquellos sentimientos por el tricolor clavados en su corazón.

Le dolía pero no podía, no quería olvidar a su amado, y eso lo estaba destrozando.

Aquella noche de fiesta verlo tan cariñoso con su actual pareja fue la catástrofe para él. Huyo de allí y se escondió para llorarlo. Temiendo ser encontrado y quedar tachado de patético.

Alguien lo encontró. El pánico sumándose al mar de emociones que estaba atravesando al sentir a esa persona tocarlo.

Cuando sus brazos lo rodearon se sintió extraño. La mano que suavemente acaricio su cabello y el tono calmado con que le hablo.

Por un momento se sintió mejor. Se sintió seguro,  sintió que podía derrumbarse en aquella persona y esta lo sostendría, lo mantendría unido ahora que él ya no se sentía capaz de hacerlo.

Y lo hizo, se aferro al contrario y lloro, todas las emociones fluyendo de su pecho, deslizándose por sus mejillas como ríos salados, mojando las prendas de este. Dejo ir los pedazos rotos de su corazón, aquellos que guardaban los sentimientos por su ex pareja y se aferro a quien estaba abrazándolo.

Su acompañante lo aferro con fuerza, sin detener la caricia en su cabello. En silencio le brindo su hombro para que se desahogara finalmente de todo su dolor, dejando ir aquello que lo lastimaba.

Cuando Uruguay finalmente logro calmarse estaba agotado, sus ojos rojos e hinchados reflejaban el cansancio físico y emocional que ahora sentía. No se movió de su lugar, permaneciendo con su rostro escondido del contrario. El silencio no le gustaba, y aunque quiso decir algo su garganta estaba hecha un nudo.

—te traeré agua—escucho del contrario, eso le gustaría, pero implicaba dejarlo ir para traerla. La idea no le gusto, quería quedarse allí, quería permanecer en ese lugar cómodo y seguro para él. Ese cálido abrazo donde por fin había conseguido olvidarse de su ridícula pena amorosa y sentirse un poco en paz.

Negó a la propuesta, escondiéndose en su cuello y aferrando sus brazos al pecho del mayor. Ante su negativa el contrario sonrió levemente, presionando su mejilla en la cabellera contraria. Murmuro unas breves palabras, prometiendo permanecer allí con él.

Uruguay sonrío, al menos en su mente él tenia una sonrisa. Su cuerpo estaba tan agotado que era incapaz de mover sus labios para una simple y pequeña sonrisa de agradecimiento.

Necesitaba agradecerle.

Con gran esfuerzo y luego de unos minutos logro hallar su voz. Aun quebrada por su llanto y en un tono apenas audible pronuncio un débil agradecimiento al contrario. Sintió poco después los labios ajenos presionar en su frente, antes de caer dormido por el desgaste emocional.

Aún lo amo (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora