Legeremens

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Lionel se había levantado en mitad de la noche para ir al baño y no habían pasado ni un par de minutos desde que se metió en aquella cama adornada en tonos verdes y plateados, cuando escuchó algo a su derecha. Abrió con cuidado uno de sus ojos, de color esmeralda, y vio como el ocupante se vestía en mitad de la penumbra.

¿Adónde va Vik ahora?, pensó, permaneciendo quieto. Eran amigos desde hacía dos cursos, cuando él había llegado de Mahoutokoro. Siempre había sido muy reservado, pero habían acabado haciéndose amigos a base de ir mostrándole el colegio, como todo prefecto debía hacer. Ese aire de misterio que le rodeaba siempre le había atraído bastante, pero había aprendido que las excesivas preguntas le hacían sentirse incómodo. No obstante, tras el baile de Yule unos meses atrás tenía más claro que Viktor Khan le gustaba.

A Lionel le seguían picando la curiosidad sobre muchas cosas del coreano pero, pese a su habilidad innata para la legeremancia nunca quiso leerle la mente, debía respetar su privacidad. Si Vik quería, seguro ya se lo contaría en algún momento.

Cuando su amigo estuvo fuera del cuarto, salió de la cama de un brinco y se vistió rápidamente con los pantalones del uniforme y la camisa, dejando algunos botones por desabrochar con las prisas. Pese al pelo corto, se pasó una mano por la cara para apartar algún rizo negro del flequillo. Quería saber qué estaba tramando Vik y, como amigo, evitarle algún castigo igual que había hecho en algunas ocasiones.

Salió de la sala común de Slytherin y miró a ambos lados para averiguar a dónde había ido. No le costó seguirle, se conocía bien los pasillos al haberlos recorrido un montón de veces en las dichosas guardias de prefectos, así que incluso pudo tomar algún atajo para recortar distancias.

Llegado un momento pudo observar como Vik se detenía al llegar a la puerta del castillo y se quedaba inmóvil. ¿Estaría esperando a alguien?

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Maldito Mess, justo ahora tenía que levantarse....

Tuvo que quedarse esperando en la cama a medio vestir mientras oía como el inglés se removía en las sábanas de nuevo. Al no oír más ruido en el cuarto se levantó silencioso como un gato y terminó de ponerse la camisa, el chaleco y los zapatos.

Preparó la varita también. Le había parecido ver un árbol extraño en la linde del Bosque Prohibido moverse, y si quería investigarlo sin que le castigaran tendría que ser a esa hora. Caminaba en silencio por los pasillos pero al girar las esquinas le parecía ver algo. No sería...

Llegó al portón, y antes de salir dijo con voz burlona:

— ¿Ha venido a castigarme por estar fuera de la cama a deshoras, señor Prefecto?

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Sonrió levemente y salió a la mitad del pasillo, dejándose ver.

— Me has pillado —levantó las manos todavía con una sonrisa ladeada en su rostro—. Ya te has metido en varios líos esta semana, uno más no importa, ¿no?—se cruzó de brazos y alzó una ceja, mirándole expectante y con cierta diversión—. Como se siga portando mal tendré que dejarlo atado en la cama, señor Khan —se rió por lo bajo solo de imaginarlo, por suerte su piel oscura ocultaba el rubor de sus mejillas.

Caminó hasta estar junto a su compañero y le palmeó el hombro.

— Bueno, dime, ¿en qué andas esta vez? Sabes que haré la vista gorda si me dices de qué se trata —tuvo que alzar ligeramente el rostro para mirarle. Lionel era más corpulento que Vik, pero el asiático era más alto y le sacaba media cabeza—. Venga, dímelo, Vik.

El último secreto de Hogwarts - Liovik 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora