Capítulo 1.

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— Tu eres fuerte, hijo. ¡Vamos! Da un paso, tu puedes, Drew. — Su voz se escuchaba lenta pero en mis oídos se repetían una y otra vez.

Podía verme caminar unos pasos y ver como papá reía y aplaudía al ver que lobraba caminar sin esfuerzas, perfectamente bien. Su rostro estaba lleno de alegría y orgullo, por tan sólo unos pequeños pasos. Y de repente, el se desvaneció como si nunca esto hubiera pasado. 

Desperté sobresaltado, dos putas noches soñando la misma escena que había ocurrido hace 18 años. Mi padre había muerto en un accidente automovilistico junto a mi madre, ella se había salvado de milagro y es lo único que me mantiene feliz hasta ahora. Mi madre, Elizabeth, siempre me habla de cada cosa que hacía él, papá quería que sea arquitecto y que tenga una gran empresa como la que él había construído. Él hubiera dado su vida entera por mamá y por mí, todavía no sé como agradecerle todo esto, aunque ya no esté aquí. 

Me levanté de la cama rápidamente, sólo faltaba media hora y yo todavía estaba tirado en la cama sin hacer nada. Saqué unos jeans y una remera negra ajustada al cuerpo junto con mis vans, caminé con cierta pereza hacia el baño y empujé la puerta, entré allí y caminé hacia la bañera, regulé el agua mientras sacaba cada prenda que llevaba puesta y me metí en la bañera para darme un caliente y relajado baño.  

Salí del baño, ya cambiado y con el cabello aún mojado y algo aborotado. Me miré en el espejo y me acomodé el cabello hacía atrás, bajé las escaleras apresurado con la manga de la mochila en mi hombro. Abrí la puerta de la cocina, me senté en una de las sillas de madera y apoyé mi codo en la mesa, apoyando mi mejilla en la palma de mi mano, cerré mis ojos por unos segundos hasta que escuché venir a mis dos hermanas peleando, seguramente venían empujándose de las escaleras, como niñas de once años.  Levanté la mirada, ahí estaba la mujer que más ama en el mundo, mi madre. Su cabello estaba recojido por un broche de flores, su cabello era liso, rubio y muy suave como el algohodón, no podía olvidar ese detalle. Sus ojos eran marrones color miel, muy parecidos a los míos y su sonrisa era maravillosa y amplia, podía enamorar a cualquier hombre que se le cruzara por la calle. Volví a bajar la mirada al ver mi plato favorito, unos buffles junto con mi chocolatada. Sí, esto podría ser el desayuno de un niño, pero a mi me seguía gustando. 

— ¿Cómo has amanecido, cariño? —Preguntó mi madre, su voz era muy suave y calmada. Volví a subir mi mirada a sus ojos y sonreí ampliamente, sin mostrar los dientes. 

— Rara, ya sabes.. Otra vez soñando la misma mierda desde hace dos noches. Ese sueño me persigue, mamá. —Solté un gruñido y llevé un pedazo de buffles a mi boca, relamí mis labios y cerré mis ojos, esbozando una sonrisa placentera. Mamá río al verme y vio llegar a las niñas, su mirada fulminadora hizo que Lucy y Holly se callaran y se sentaran en sus lugares correspondientes. 

Al terminar de desayunar, caminé hacia donde estaba Elizabeth, deposite un dulce beso en su frente al igual que a mis dos hermanas, Holly y Lucy. Volví hacia la habitación, agarré mi iPhone, mi paquete de cigarrillos con el encendedor y volví a armar mi jopo en frente del espejo, guiñé un ojo y solté una pequeña risa. Bajé las escaleras y agarré mi mochila, colgando la manga en mi hombro nuevamente, me asomé a la cocina y saludé a mis tres chicas, ellas me devolvieron el saludo con una amplia sonrisa.

Tenía el auto en el garage pero necesitaba tomarme un tiempo, y decidí caminar hasta el colegio, no eran muchas cuadras y eso me ayudaba bastante. Era un día normal pero pesado, era mi último año en el instituto y iba a irme a California a una de las mejores universidades de allí. Comencé a pensar en todo lo que me había pasado en estos dieciocho años casi diecinueve y el camino hasta el instituto se hizo bastante corto. Al llegar a la entrada del colegio, me crucé con Tyler, mi mejor amigo desde la infancia, él me acompañaba en mis peores momentos, cuando peleaba con algún cabrón que se me cruzaba en la vida, él estaba ahí para defenderme y enseñarle con quien se metía. Jugábamos a construir casas, edificios y muchas cosas más, compartíamos los mismos sueños, los mismos amigos y hasta las mismas chicas, eso no era un problema, porque solo nos servían para una noche. 

— ¡Hey, hermano! —Me dio un fuerte abrazo, chocó su palma contra mi espalda y yo hice lo mismo. Saqué un cigarrillo junto con el encededor, coloqué el cigarrillo entre mis dientes, lo encendí con el encendedor y inhalé el humo lentamente, soltándolo hacia arriba mientras cerraba mis ojos y volvía a abrirlos cuando todo el humo salía de mi boca. 

— ¿Quieres uno, Tyler? —Le dije, mostrándole la caja de cigarrillos. Él de inmediato negó con la cabeza y se puso en frente mío. Frunzo el ceño, tirando levemente mi cabeza hacia atrás y lo miré sorprendido pero a la vez un tanto confuso. Los dos éramos de sentarnos en las escaleras del instituto y fumar un par de cigarrillos antes de entrar a clases y coquetear con algunas chicas que pasaban. 

—Necesito mostrarte a alguien que conocí hace unos meses. —Dijo Tyler, noté su mirada iluminada, estaba ansioso y feliz a la vez. Supuse que era una chica, él siempre se aparecía con una o dos chicas en sus brazos, pero nunca lo había visto tan contento y desesperado por una mujer. Esto iba a ser interesante y quería averiguar quién era la mujer que le había robado el corazón a mi hermano del alma, Tyler. 

¡Holaaaaa! Bueno, ésta es mi primer novela acá, espero que les guste el primer capítulo. Podrían votar y dejar su comentario, sería algo grandioso para mí y me ayudarían bastante. ¡Gracias por leerla y espero que les guste! 

Fucking Tentation.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora