❌Está historia participa en los Premios Gemas Perdidas❌
Trilogía Tempestades
-Lo siento, Cory, pero esto es todo- Me había dicho esa noche fría y oscura, sin importarle verme llorar y suplicarle que no me dejara.
Dejándome ahí, tan desolada y desdic...
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Mi molestia se hizo presente ante su estupida amenaza. ¿Cómo se atrevía decir eso? ¿Qué era lo que pretendía con ello? Tenía el coraje en la boca del estómago, y quería abofetear su rostro hasta que le quedara claro que no podía ni debía reclamarme como suya, porque dejé de serlo hace tanto tiempo, pero permití que Ithiel se retirará antes que las cosas empeoran.
—Tranquilo, sabes perfectamente que solo lo dice para molestarte— Lo calmé, tomándolo del rostro para que solo se enfocará en mí. —Lo único que quiere es que caigamos en su jueguito para arruinarnos la noche, por favor, respira y sácatelo de la cabeza.
—¿Para qué mentirnos? tú y yo sabemos que nunca serás mía del todo.
—No soy de nadie, me pertenezco a mí, pero sí te puedo aclarar que te quiero demasiado y que por eso estoy contigo y no con él.
La ira de él se hacía notar en la forma en que respiraba, nunca antes me había tocado verlo de tal manera y he de admitir que me asustaba, su reacción no, pero sí haberme equivocado una vez más e idealizar al hombre delante de mí como alguien completamente distinto; bueno, lindo y honesto.
Negué en mi interior y solo lo besé para calmarlo, aunque nadie me aseguraba que había funcionado del todo.
—Quiero que me prometas algo, Cory— Pidió, los iris de sus ojos se volvieron más oscuros a la hora de verme con tanta seriedad.
—Dime.
—Que lo olvidarás y te mantendrás alejada de él— No era una petición cualquiera, pude notarlo a leguas, él me estaba suplicando que lo hiciera y no solo lo intentara.
—Lo haré, te lo prometo— Contesté sin pensarlo dos veces. Entonces relajó sus músculos tensados, claro indicio de que se había calmado, por lo menos un poco.
Me abrazó y a su espalda oculté las lágrimas que amenazaban con caer de mis ojos. No sabía que estaba haciendo con mi vida, ni en la mierda en la que me metí, solo esperaba que mis malas decisiones no terminaran rompiendo el corazón de alguien que no se lo merecía.
Después de una hora transcurrida, mi sistema digestivo ya tenía el suficiente alcohol para darme la valentía de tomar de la mano a mi acompañante y arrastrarlo al centro. Estaba tan alcoholizada que los comentarios de los demás sobre mí me valía una jodida mierda, lo único que quería era ser libre de expresarme, de amar, de desear y hacer lo que se me diera la maldita gana; así que empecé a bailarle a Sebastián como Ithiel nunca me dejó hacerlo con él cuando estábamos juntos. Mi trasero frente a su entrepierna se movía de arriba hacia abajo, siguiendo el ritmo de aquella canción. Dirigí sus manos desde la parte en la que terminaban mis senos, hasta mis caderas, haciendo que siguiera mis movimientos, desinhibiéndolo como nunca nadie lo había hecho.
Al darme la media vuelta y quedar de frente a él, descubrí en su mirada, que Sebastián me deseaba más allá de los besos y las caricias, anhelaba poder hacerme suya en todos los aspectos posibles.