OVER THE HORIZON

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No le pude abrazar por última vez, ni besarle por última vez, ni si quiera mirarle a los ojos antes de que se fuera.

Todo el mundo le odiaba, pero al irse llovieron los alagos típicos que te dice la gente para consolarte: Era buena persona.
Yo no le odiaba, yo le amaba, en secreto, pero le amaba. Nos amábamos.

¿Cómo pudiste ser tan egoísta de irte sin dejar siquiera una nota? Era tu decisión y tú la tomaste, pero no costaba coger un boli y un papel como despedida. Para dejarme las cosas claras, para quedarme con la conciencia tranquila. Para saber que te fuiste pensando en mi.

Nadie sabía dónde habías decidido acabar, excepto yo. Yo sí lo sabía, fué un horror ver como un árbol amoría por tener que darle forma a un ataúd en el que no iba a estar dentro para descansar eternamente, aunque eso era lo que quería: No descansar en un ataúd.

No quise decir nada, no quería que aquel lugar se manchar con caras no bienvenidas ni que sus huellas quedarán en la arena hasta que la marea las hiciera desaparecer. Ese era nuestro lugar, y de nadie más.

Una playa, lo suficientemente grande para dos personas que pasaban allí las noches y los días, en las cuatro estaciones y a cualquier hora.
Aquel día, en el que todos parecían haberse olvidado de él después de enterrar una caja oscura y triste de madera con su nombre grabado, yo estaba allí. Estaba en la playa, con las playeras en la mano, los pantalones del pijama y una de sus sudaderas puesta, observando el acantilado donde había pasado.

Solo estaba yo, pero él también parecía estarlo. Estaba en la orilla dejando que el agua fría me mojara los pues cada vez que rompía una ola, mirando al horizonte sabiendo que él estaba en algún lugar de tal inmenso océano. Veía como el sol iba escondiéndose poco a poco, volviendo las nubes de un color anaranjado y rosáceo, esperando a que un resplandor verde invadiera el cielo, aunque eso solo pasaba en las películas.

La luz del día se iba acabando, me tocaba volver a casa. Me costó dejar de mirar aquel paisaje, que aunque no fuera bonito, escondía muchos momentos que ya no iban a volver a repetirse.

Mientras caminaba hacia el asfalto negro cada escalón que subía parecía ser 10 centímetros más alto que el otro. Parecía que había algo que no quería que me fuera de allí, pero las máquinas del tiempo no existen y aún quedaban muchos días y muchas noches para volver a la playa a esperar un resplandor verde que nunca iba a llegar.

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⏰ Última actualización: Jan 16, 2021 ⏰

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