Prólogo

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La infelicidad- ese momento en el que la mente se torna un lugar frío, oscuro y repleto de sufrimiento, donde la tristeza invade el espacio creando un agujero profundo que absorbe hasta la última gota de alegría, hasta el último rayo de luz en aquella oscuridad. Cae una niebla espesa de negatividad que oculta la poca esperanza restante de positividad hasta hacerla desaparecer por completo.

La mezcla de emociones doradas y eufóricas que se generan en el centro del alma, haciendo de ella un sitio iluminado, positivo, lleno de diferentes colores produce que un gesto sincero y cálido se aparezca en el rostro del dueño del alma. Esa sonrisa es la escalera que te ayuda a salir del agujero, el sol que esfuma la oscuridad creada, el peso de la felicidad que aplasta la tristeza, el analgésico que derriba el dolor. Esa es la felicidad.

Kie, con su torpeza, dulzura e inteligencia se convierte en la causa de las sonrisas ajenas, la fuente de alegría para las personas que la rodean, tiene ese halo contagioso de positividad. Pero, ¿es verdaderamente tan feliz como demuestra?

Con tan solo 16 años, ella tiene esa interminable lucha entre la felicidad y la infelicidad cada día. Es una batalla eterna, porque una sonrisa puede sacarla del abrumador hoyo, pero siempre hay una lágrima que se aferra a ella como un ancla y la hace volver a caer dentro.

Por asuntos de trabajo de su madre, su vida da un giro repentino. Se ve obligada a mudarse a una pequeña ciudad de California. Tuvo que dejar a sus amigos, Instituto y sobre todo, a Laura, su hermana mayor, en Palm Springs para empezar una vida nueva en Bakersfield. ¿Será esta su oportunidad de poner fin a la guerra de emociones y por fin alcanzar la paz interna?

Felizmente InfelicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora