Capítulo 5

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Victoria Smith:

Había llegado la hora libre y Jess jugueteaba con mi cabello, por el corredor que daba a los comedores del instituto.

¿No has pensado en tinturarte?—Su pregunta me hizo dudar.

—No pero tal vez lo haría...No es algo a lo que le tenga mucha importancia.

Ella asintió.

—¿Si me cortara el flequillo...?

—Cuenta conmigo. — Soltó rápidamente. —Yo abrí los ojos. — Te hace falta, llevas mucho tiempo con ese aburrido corte.

—Sí como sea.

— ¿Qué mierda...? —Le miré incrédula. Pero sus ojos no se dirigían hacia mí.

Aquella mirada penetrante volvió a conseguir mi rostro. Nos estaba mirando. Tal y como si de extraterrestres se tratasen.

—¿Qué pasó con él? — Le susurré.

—Ni idea, pero está de muerte ¿no?

—Sonreí. —Tú estas de muerte, mi amor.

Ella rodó los ojos. — Eso lo sé. La cuestión es...—Una sonrisa se deslizó en sus labios al ver que levantaba una ceja. —¡Victoria! —Riñó. —¿Te gusta?

— ¿Quién?

—Ojitos.

—¿Ojitos? —Reí. — Jess ojitos viene llegando apenas. Y es un 0 a la izquierda para mí...Tengo novio ¿Recuerdas?

—Ay Victoria como si eso importara. — Le miré pensativa. — Siempre puedes encontrar algo mejor.

—Ni siquiera lo conoces.

—Ni tú, y ese es el punto. De cualquier modo, siempre contaras conmigo. —Jugó con sus cejas y yo carcajee.

Jess era bisexual pero algo me decía, que le iba más a las mujeres. Notaba en su mayoría, como de colada se ponías por cualquier de piernas largas.

—Escúchame. — Le miré apenas dijo esa palabra. — ¿Irás el Viernes?

Jess es Lunes.

—No te pregunté día de semana.

—Yo suspiré. — No lo sé, tal vez sí, tal vez no...Si me animo iré.

—¿Y eso pasa?

—Quisiera decir que siempre, pero te estaría mintiendo.

Y al decirlo, asintió con cierto brillo de triunfo en sus ojos.

—Es que no le veo lo emocionante...Además no soy muy sociable, y tampoco pretendo serlo, es solo...

—¿Es solo?

La pregunta hizo eco en mi cabeza, atormentándome.

Ya hacía tiempo que Jess, no me preguntaba por fiestas. Respetaba el dolor que habitaba todavía en mí, el temor. Aquella herida abierta, que no terminaba por cerrarse y que quedaría por siempre, como cicatriz.

—Victoria...

Su voz fue como un vaso de agua fría.

Tanto afectó en mi sistema, que al sentarme en uno de los tantos comedores, la mesa cayó en picada. El estruendoso sonido, fue consecuencia de que todas las miradas se clavasen en mí.

Con la vergüenza que me embargaba, me aproximé a levantarla. Más no fueron mis manos, las que actuaron.

El corazón me latía apresurado para cuando su rostro casi perfecto, aparecía al frente de mí.

A la mierda, es que estaba en todos lados ¿O cómo?

—¿Estás bien? —Su voz hizo presencia.

Yo asentí, sin poder decir nada más. —Gracias.

Vi como levantó una ceja. — La próxima intenta controlar tu irá, ya sabes, las mesas no tienen la culpa.

—¿Es chiste?

—¿Qué? ¿Tampoco tienes capacidad de entendimiento?

Jess me tomó del brazo. Sabía cómo era, todos lo hacían...

Es que todavía no se informaba.

VICTORIA SMITHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora